jueves, 20 de agosto de 2015

¡Puta!



Caminaba con cierta desgana delante de mí. No pasaba de 1,60 de altura pero tenía buen equilibrio en sus proporciones, tirando a delgada, con un moreno de piel que hacía pensar en sesiones de rayos uva antes que en baños de sol a la orilla del mar; el pelo, largo y teñido del consabido rubio con mechas, sujeto a medias en cola de caballo, el resto suelto. Vestía short deportivo y camiseta de tirantes negros. Por ello pude apreciar el brazo derecho casi enteramente tatuado con cerezas, flores y ramas. Se giró y brilló el piercing  en la nariz. Hace unos años pensaba que una chica que llevase ese look sería una mujer atrevida, segura de si misma, progre, liberal, independiente, con preocupaciones culturales, a la que poco importasen convencionalismos y opiniones mass media


Pero hace tiempo que me percaté de mi error. Sólo hay que ver las calles de nuestras ciudades. Y, en fin, programas de Tele5.

La chica de treinta años caminaba lentamente por el paseo de tierra en el que mal que bien gastamos zapatilla los que no queremos ser sedentarios del todo. Un hombre de unos cincuenta que hacía estiramientos en un puentecillo giró discretamente la cabeza para ver su retaguardia.  Sin glúteos, pero bien, como mandan los cánones actuales. Ella no se percató. Yo hacía unos minutos que había aminorado el ritmo para no rebasarla y apreciar la estampa. Me fijé que estaba enfurruñada, o era de gesto adusto, con ese rictus bucal de perpetuo cabreo. Sí, lo pensé, lo confieso, otra choni que va de rompedora y es una conservadora tradicional de cuidado. A veces los pensamientos que dejo a la deriva son algo prejuiciosos, es cierto. 


En esto estaba, el de cincuenta rebasado (supongo que a mí no me miró, no encajo en nada en la descripción anterior), cuando me di cuenta de que la joven no iba sola. Como veinte metros más adelante un chico de su edad con buena barriga, chándal descolorido, calva prematura y ojeras, amén de un chiquillo subido a un triciclo remedo de bici, la esperaban. El niño tendría tres o cuatro años, era muy menudo. La madre llegó a su altura, la pareja avanzó junta pero sin hablarse y el niño quedó atrás. Ella se giró y la oí por primera vez, ¡Igor, coño, no te pares, joder! A poca distancia de ellos y sin mirar abiertamente me paré en una barandilla fingiendo que estiraba los sóleos. El niño no se movía, portaba un casco gracioso y repetía el gesto enfurruñado de la madre. El padre avanzaba, desentendido de la escena. ¿Quieres venir? ¡No tengo todo el día! Como el chaval seguía en sus trece, la joven se acercó y tiró del manillar. Entonces ocurrió, y hasta yo, de vuelta de tantas cosas, me sobresalté. ¡Déjame, puta!, le gritó. Tres o cuatro años, la criatura. La madre le soltó un sopapo en toda la cara y se marchó. La pareja siguió a su aire, el niño atrás, llorando sin llorar. Yo, derrumbada. ¡No hay esperanza para este pueblo en la tierra, para nadie en esta humanidad! ¿Qué escuchará ese niño en su casa, en su ambiente todos los días? Niños de tres años que patean a sus madres y las llaman putas; madres que insultan a sus hijos (idiota, subnormal), padres que o pasan de todo o los insultan también (cabrón, fillo de puta le oí hace poco decir a un padre a su hijo de siete años en plena acera), incluso los hostian. 

Renuncio, renuncio. 

Regresé a casa con el alma herida y los ojos empañados.

Uol

8 comentarios:

  1. Da la impresión de que tales individuos no son más que el resultado, nada casual, de canificar y chonificar la sociedad, con el objetivo de hacerla más controlable... y más sumisa...

    Así, mientras se preocupan por sus tatuajes, no piensan en los derechos que les están sustrayendo...

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    1. Pues yo no sé si es más controlable y sumisa, pero sí más vulgar, ignorante, masa vociferante sin criterio ni opinión que piensa que los demás les debemos todo sin que ellos mismos se hayan esforzado en nada.
      Unos ni saben que tienen derechos y otros que las obligaciones no van con ellos, ni siquiera las paternales.
      Saludos!

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    2. Completamente de acuerdo con Manolo.
      Y lo peor es que lo han conseguido. Prueba evidente tenemos en la cantidad de excesos y abusos de todo tipo de la clase dirigente, y nadie dice (decimos) mú.
      Hay esperanza? Sí, mientras quede un solo ciudadano pensante, quiero creer que el proceso aún es reversible.
      Besos, abrazos y buen finde para ambos

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    3. Poco puede hacer uno ante la masa. Las hordas siempre han abucheado a los quemados en la pira pública, siempre han lanzado la piedra para que el jefazo observase su apoyo incondicional, pero bueno, seamos optimistas, que es finde.
      Bicos.

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  2. Recuerdo que una niña compañera mía de clase, 6añitos teníamos, llamó puta o hija de puta a la maestra, ésta acababa de resgresar al trabajo tras la baja por el fallecimiento de su madre y su reacción fue darle un sopapo. La maestra se dió cuenta del error y lo primero que hizo fue hablar con la madre de la chiquilla, ésta última le dijo que había hecho bien, que su hija era una mal educada y no había manera con ella. Sí eso le dijo a la cara y luego por detrás fue y la denunció.

    La sociedad va de mal en peor, estoy hablando de los años 90, y esto era un caso muy raro, en la actualidad es el pan de cada día de los que trabajan en la enseñanza. Pero bueno debemos intentar poner nuestro granito de arena para que no siga multiplicándose el "retramonguismo".

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    1. La gente es muy hipócrita. Dicen en público lo que piensan que deben decir, pero de puertas adentro descalifican, desautorizan a los maestros y dan mal ejemplo. Pero eso sí, justifican lo injustificable.
      A veces pienso q los humanos somos los bichos que peor tratamos a nuestras crías, no los preparamos para la vida.
      En fin, para mí la educación es la base de todo, incluída una vida feliz.
      Gracias po comentar, Coccinellidae.

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  3. Educar a un hijo/a es de las tareas más difícilesl que hay. Y, aún así, desde que nacen tienen su propia personalidad.
    Visto desde afuera, como aquí lo narras, no cabe duda de que da impotencia.

    Bicos :)

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    1. Para suerte de unos y desgracia de otros, reproducimos mucho más de lo que pensamos lo que vemos en casa.
      Y sí, educar es difícil, pero los progenitores no pueden pretender que ser padres sólo sea engendrar/parir y abastecer de alimento.
      Bicos.

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