lunes, 28 de abril de 2014

Timer



Esperando por la respuesta de la vida


TIMER
Refugié mis manos
en sus axilas
como polluelos en sus nidos.

Lo miré hondo y largo
a los ojos
y esperé por la respuesta
de la vida.

Uol

miércoles, 23 de abril de 2014

Tal como éramos


Quizás porque todas nos hemos sentido alguna vez feas
en brazos de un hombre muy guapo.

Quizás porque algunas hemos renunciado a ese amor,

 pese a todo. 
Con mucho dolor.



Tal como éramos (The Way We Were)

A veces uno sabe que ya ha vivido eso, en alguna otra vida, y que volverá a vivirlo, a sentirlo.

Era un sábado y yo aún era muy joven y me quedaba los sábados por la noche viendo la tele. Y la pusieron, aquella película tan hermosa que me hizo llorar por lo que todavía no me había sucedido. Y lloré y lloré. Porque sabía que me sucedería. Y lloré más tarde, cuando efectivamente me sucedió. Y aún lloro hoy cuando escucho esa canción que me recuerda lo que fue inevitable. ¿Cómo podía yo tener nostalgia por un tiempo futuro, por lo que todavía no había sucedido?

Esa mujer comprometida, una mujer de un tiempo que parece lejano, comunista en USA, una mujer que decía lo que pensaba, que luchaba contra la hipocresía, contra las injusticias; que carecía de habilidades sociales, se toma todo demasiado en serio, a la tremenda; una mujer de físico anodino quizás, pero que es un volcán, puro amor, pura pasión. Esa mujer, esa mujer se enamora de un hombre. Pero él no es anodino, es un hombre muy guapo, de gran carisma, que sabe moverse en los ambientes, que tiene sus ambiciones, que quiere prosperar, dejarse mimar por la vida, busca el éxito. Son tan opuestos y, sin embargo, o precisamente por ello, se atraen, se desean, hacen todo lo posible por encajar como encajan sus corazones.
 
Pero amar no siempre es suficiente. Eso me lo dijo una vez un hombre que me amaba. Y es cierto. Porque la vida es mucho más complicada que encerrarse a gozar en un diminuto apartamento. Y hay que escoger. Y él no es capaz de estar luchando siempre, de enfrentarse siempre, él prefiere adaptarse, transigir, y ella no puede, no puede. 

Tanto dolor. Ese gesto de ella apartándole el pelo de la frente, desde el primer momento, ese deseo de tocarlo, ese gesto que nos trasmite el profundo amor que le tiene y que no puede contener ni refrenar. Ese gesto que se convierte en cotidiano. Ese gesto que no evita en la despedida final, cuando se reencuentran, cada uno con sus vidas rehechas, y que, sin embargo, trasluce que aún se aman, no han dejado de hacerlo y no han amado igual, sólo han elegido a alguien más cómodo, más fácil para sus vidas. 

Esa escena cuando él se gira en la cama la primera vez y la cubre con su cuerpo. Ella no se puede creer lo que le está pasando, él la ha elegido y es demasiado hermoso. Es demasiado hermoso ese cuerpo y es demasiado hermoso lo que le está sucediendo. Uno vive para un momento así, para desear un instante así en la vida. Uno no puede morirse sin sentirse alguna vez así. Uno no puede pasar por el mundo sin sentir así, al menos una vez en la vida. Sentirse diosa, sentirse única, sentir que ha merecido la pena nacer para un momento así. 

Y la separación, saber que es inevitable y sentir a la vez un dolor lacerante. Constatar que el momento Único ha pasado (¿verdad, mi pequeño?), que uno no puede dejar de ser quien es. Estás estupenda, te has vuelto a dejar el pelo rizado. Así es como lo llevo cuando puedo ser yo misma. 

Ella desaparece hacia su nueva vida, pero sabe que nunca podrá olvidarlo, nunca. Porque hay hombres y mujeres que se quedan impregnados en la piel, por siempre. 

Y mientras recuerdo, lloro con esta canción. ¿Qué puedo hacer? Soy demasiado emotiva. Y lloro cuando puedo ser yo misma.

Uol


Tal como éramos (The Way We Were) de Sydney Pollack (1973)

Música: Premio Oscar 1974 : a la mejor música (Marvin Hamlisch) y a la mejor canción ( Marvin Hamlisch, Alan Bergman y Marilyn Bergman)

Vídeo: Barbra Streisand interpreta el tema central de la película: The Way We Were.




Letra 
Tal como éramos (The Way We Were)

Los recuerdos iluminan los rincones de mi mente.
La llovizna empaña los recuerdos

de cómo éramos. 
Imágenes dispersas de las sonrisas que dejamos atrás,
sonrisas que nos dimos uno al otro 
por cómo éramos. 
¿Puede ser que todo fuera tan sencillo entonces, 
o que el tiempo haya reescrito cada línea?
Si tuviéramos la oportunidad de hacerlo todo de nuevo,
dime... ¿lo haríamos? ¿Podríamos? 
Los recuerdos pueden ser bonitos y, a la vez,
ser tan doloroso recordarlos 
que simplemente elegimos olvidar.
Por eso, las risas serán
lo que recordaremos 
cada vez que recordemos 
tal como éramos, 
tal como éramos.

Barbra Streisand, Tempus fugit


 Robert Redford, Tempus fugit


PD: ¡Feliz Día del Libro! Hace una semana he acabado de leer El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes. Me ha gustado. Me ha removido por dentro y me ha enrabietado (como casi siempre que me topo con la injusticia, la estupidez y el odio y las humillaciones).  Y me ha emocionado que existan niños que superan el ambiente adverso que los rodea. En nuestro mundo parece ya extraño que alguien se eleve sobre la estupidez que como un manto nos va cubriendo. El libro me ha recordado mucho a la película Silencio roto, (2001) de Montxo Armendáriz. Decidí, entonces, leer el primer volumen de esta serie (Episodios de una guerra interminable), Inés y la alegría, pero me está resultando más pesada, quizás por el estilo, con mucha información política de la época, parece más un documental ficcionado. Y de la ficción, me enerva y me atrae el personaje de Inés, no sé si la abofetearía por parva o le haría un altar. Almudena Grandes acaba de publicar el tercer volumen, Las tres bodas de Manolita. Imagino que lo leeré también. 
Bueno, no suelo hablar de libros, pero el Día lo merece.

¡Bicos a los que disfrutáis con la lectura!

domingo, 20 de abril de 2014

Duda vital



- A ver si tú me lo puedes aclarar.

- ¿...?

- Los hombres clasifican a las mujeres en "las que tienen ganas" y "las que nunca les apetece". Dicen preferir a las "con ganas", pero se quedan con las "sin ganas" para después acudir clandestinamente a las "con ganas". ¿Tú lo entiendes?

- Ni remotamente.


Uol

miércoles, 16 de abril de 2014

Judas Iscariote

Humor sacro



¿Y quién le pone ahora de nombre a un niño Judas? Salvo grupos roqueros o satánicos, este nombre de pila se ha perdido por siempre (bueno, algún padre rebelde habrá o alguna versión camuflada del nombre). Incluso Judas Tadeo se ha quedado en Tadeo sin más, no vaya a ser...

Lo cierto es que siempre he pensado que el pobre Judas no se merecía la suerte que corrió (no voy a entrar aquí en las sesudas teorías de si fue un revolucionario que encabezó protestas contra Roma etc. etc.), no merecía quedar para los restos como el traidor por antonomasia. Porque sí, vale, vendió a Jesús -su jefe como quien dice-  por treinta monedas (¿oro? ¿plata?), pero tampoco parece que fuera como para retirarse al mar de Galilea y montar allí un hotelito muy cuco y mono para senadores agotados. Y no debemos olvidar que Judas también era apóstol, seguía a Jesús de aquí para allá, viendo como ÉL hacía milagros. No debe ser plato de gusto ver que el jefe calma tempestades, multiplica peces y le hacen fiesta, lo invitan a bodas y, porque su madre se lo pide, ¡chas!, vino de gourmet en los odres. Y bueno, está lo de caminar sobre las aguas (sería trending topic y exitazo mundial en youtube) y expulsar a los demonios de los cuerpos de arrepentidos (casi que mejor esto sería lo de crack en youtube). Lo cierto es que Jesús se lucía todo el rato, y los apóstoles hacían el trabajito... bueno, el trabajo burocrático de oficina, verbigratia, tomar nota de los Hechos, redactarlos y publicarlos (mandarlos por fax, ay, no, que eso ya está desfasado, enviarlos on line a las sucursales). Y claro, los apóstoles se fueron mosqueando, que no fue el único que le dijo tururú a Jesús. Aún me pregunto por qué se ha perdonado tan ricamente a Pedro, que lo negó tres veces y ni huevos tuvo de ahorcarse, al contrario, sobre Petrus se alzó la Petrus, o sea, la iglesia y san Pedro fue el primer Papa y hoy mausoleo pétreo. Se ve que tenía un enchufe de tres pares de narices, nepotismo puro. Eso o sobornó a algún leguleyito para que borrara su nombre de la lista negra. No, si es que el pobre Pedro no sabía lo que hacía, estaba bajo la influencia de alguna sustancia nociva, se intoxicó en la Última Cena, bebió más de la cuenta de la Copa del Grial, que sé yo, vete a saber, mira tú. Un enchufado. (Vaaale, tenía derecho a arrepentirse también, pero Judas lo hizo y ni caso.)

Negación de san Pedro, Murcia, España

Lo cierto es que Judas Iscariote se hartó y traicionó a Jesús; después se arrepintió, pero fue tarde. Quiso devolver las monedas acusadoras, pero no se las quisieron recoger, les venía muy bien a los prebostes cargarse a aquel hombre que se proclamaba Rey (¿por qué no Presidente de la República?) y hablaba de un solo Dios. ¿Y qué iba a pasar entonces con el negocio que tenían montado en todos los templos con las ofrendas a los dioses? (Mal sabían que la cosa no se iba a perder, que los diezmos se instaurarían, que el expolio continuaría y los sacrificios humanos se perpetuarían en las piras medievales y encima sin bacanal previa).

Judas Iscariote

Lo inquietante del caso es que Jesús lo sabía, lo SABÍA, sabía que Judas era algo avaricioso y celoso y lo iba a denunciar. Vale que Jesús no podía eludir su misión, y nada de aparta de mí este cáliz, ya, ya, pero al grano, si lo sabía es que estaba previsto, vaticinado, profetizado o programado. ¿E iba Judas a jorobarle el plan? Pues no, estaba cantado. Y es aquí donde nace mi desazón. ¿Es Judas Iscariote culpable de algo para lo que ya estaba predestinado? ¿Cómo podía él librarse de su papel, de su rol en esa obra? Él hizo lo que tenía programado hacer. Todo está escrito, dijo Jesús, pues macho, a ver qué culpa tenía entonces el muchacho, le tocó el palito largo y a san Pedro el corto por lo visto, que lo perdonaron y premiaron a pesar de tres, TRES traiciones (no, no lo conozco, no, no sé quién es, ¿Jesús?, no, no es de mi pandilla, no tomamos copas juntos, ni siquiera es de mi barrio). Así que sigo sin comprender la persecución a Judas, que ni se hizo rico a cuenta de Jesús (ay, san Pedro, pillín) ni fue perdonado y encima fue y se colgó de una higuera. (Al menos lo dejarían entrar en el cielo ¿o además de burro, apaleado?).  

Los reticentes apelan al libre albedrío, que se podía haber largado, vamos, y no venderlo. Pero Jesús tenía que palmar a través de una traición, así que el marrón le caería a otro subordinado (porque si no es de los tuyos no es traición, es malignidad, vileza), y estamos igual. 

Jesús cae, Murcia, España

Sé que no soy la única ni la primera a la que le apena el Iscariote, tan vilipendiado que en otras versiones el muy tontarra se compró con las treinta monedas un campo, una era, y allí se colgó (qué manía con el ahorcamiento), ya veis, ni siquiera un chalecito en Marbella, no se entiende, tan parvo no sería. 

En fin, no sé qué opináis del tema, pero al final, al final lo que me jode es que ya no podré ponerle a mi niño Judasito.

Uol 

lunes, 14 de abril de 2014

Sobre Judas...

 
Judas Iscariote
Dentro de dos días os voy a contar la verdadera historia de Judas Iscariote. ¿Creéis que sobre él ya está todo dicho? Un puto traidor. No lo creo. Y os contaré por qué. El día 16.
Os espero.  

Uol

viernes, 11 de abril de 2014

Meiga


―Eres una meiga, me tienes hechizado―toma entre sus dedos la melena leonada que cae sobre su rostro, y huele los mechones rojos.
―No, no lo soy. Sólo prestidigitadora.
―¿Ah sí? ¿Y qué truquitos haces?
―Mira... ahora está fuera, ¡tacháaan!, chof, ahora está dentro.
―Ahhhh...

  

Uol

 

Prestidigitación: f. Arte o habilidad para hacer juegos de manos y otros trucos de magia.

lunes, 7 de abril de 2014

La bolsa de pipas



Hubo un tiempo en el que me planteé si la felicidad se hallaba dentro de una bolsa de pipas. Y esa posibilidad me horrorizaba.

 Cuando yo me pintaba la raya de los ojos con kohl a escondidas e iba a la primera sesión del cine los domingos por la tarde, veía al salir a aquellas parejas de novios sentadas ante la mesa de algún café y tras la cristalera. Nosotras entrábamos riendo, porque si algo caracteriza a los adolescentes son las risas alocadas, reíamos por todo y por nada. Y allí estaban aquellas parejas de novios, comiendo pipas. Ellos atentos al partido de fútbol que retransmitían por la tele, y ellas escupiendo las cáscaras en los ceniceros con tal cara de aburrimiento que yo me prometía a mi misma no tener jamás novio si eso era a lo que podía aspirar. A veces se sentaban en grupitos, los hombres juntos con el fútbol  a vueltas y sus comentarios sobre árbitros y jugadores, y alzando los ojos y siguiendo con la mirada a las chicas que pasaban al baño. Ellas con sus pipas y sus caras de tedio, mirando melancólicas la lluvia tras las cristaleras, y siguiendo con cierta ansiedad a las adolescentes que entraban en tropel a la discoteca cercana. En aquel café hacíamos parada antes de entrar en aquella discoteca que abría sus puertas los domingos por la tarde para adolescentes vociferantes.

Esas parejas de novios, ¿por qué parecían tan apáticas y aburridas? Es cierto que había otras parejas, las que encontrábamos bajo los soportales comiéndose los morros, las manos de ellos escondidas bajo los abrigos de ellas. Pero a esas parejas nunca las veíamos comiendo pipas en las cafeterías los domingos a las siete de la tarde.

Los domingos por la tarde me disgustan enormemente. De muy niña haciendo deberes escolares pendientes, más tarde metida en un autobús camino a la ciudad para pasar allí la semana. Llegaba de noche y harta de oír los resultados deportivos que el conductor escuchaba en la radio a toda potencia. ¡Qué desolada morriña me producía aquel autobús! Llegábamos de noche, con las luces mortecinas de la ciudad. Y mientras arrastraba mi bolsa con las mudas limpias veía a otras parejas comiendo pipas tras las cristaleras iluminadas de las cafeterías. Las cosas no mejoraron con el transcurso del tiempo: los domingos tenía que salir disparada de algún pub para subirme a tiempo al tren y dejar en el aire besos apretados y miradas ansiosas en el joven de turno que me gustase. ¡Siempre alejados de mí mis amores por la distancia! Y aún ahora, organizando la tarea de la semana o despidiendo a mis cada vez más envejecidos padres ante la verja de su casa, sigo aborreciendo las tardes de domingo. ¡Qué tristeza me invade cuando veo por el retrovisor sus manos cansadas diciéndome adiós! Me apena dejarlos solitos y a la vez sé que están donde quieren estar, felices de estar rodeados de sus cosas y nada desamparados. ¿Se puede sentir aflicción por lo que todavía no ha ocurrido?

En fin, que Helena me aclaraba que esas parejas comedoras de pipas eran las que llevaban tiempo de novios y ya no se achuchaban en los portales. ¿Pero por qué? No sé, me decía, pero es así. Se aburren. 



Ayer me he cruzado en la calle a una pareja joven. Ella caminaba seria empujando un carrito con una hermosa niña de apenas un año llena de lazos. Él iba un paso por delante comiendo pipas de girasol. Me estremecí de horror. Ya he dicho que no es la primera vez que veo algo así, pero los seguí fingiendo mirar los escaparates y vi como entraban en una cafetería. Otras parejas con niños estaban alrededor de las mesas. Papás treintañeros seguían el desarrollo de un partido de fútbol en la inmensa pantalla plana del televisor. Algunos parloteaban y no parecían aburridos. Mientras, ellas comían pipas con cara de hartazgo y daban los potitos de merienda a niños pequeños, al tiempo que otras vigilaban las carreras de otros chiquillos entre las mesas, obviando las caras resignadas de los camareros que consentían de mala gana aquel descontrol infantil. Sentí un escalofrío. Nada había cambiado. Por supuesto, era domingo.

¿Por qué yo nunca pude hallar la felicidad en el fondo de una bolsa de pipas? ¿Qué me incapacita para tener esa cara de aburrimiento y cambiarla disimulando cuando otras mujeres las observan? ¿Qué me impide aceptar que exista sal en una bolsa de pipas las tardes de domingo?

Uol