Es difícil de explicar,
todas las cosas que nos importan en la vida son difíciles de explicar, porque para nada sirven las palabras si lo
que cuenta es el sentimiento, porque una definición de diccionario no desvela
el sentir, porque unas letras no trasmiten la palpitación, el temblor, el deseo,
la ira, el temor, lo inasible, lo inexplicable, la sensación, la intuición, la
vibración. Nos esforzamos en buscar y poner palabras, porque nos han dicho que
las palabras lo encierran todo, incluso
el misterio y lo infinito, pero resulta que la misma cosa tiene tantos
nombres como lenguas hay en el mundo, y si no es la nuestra, resulta que no es
lo mismo, incluso aunque esa palabra se refiera a algo concreto y tangible, no
es lo mismo. No provoca en nosotros lo mismo. Por eso es complicado explicar
qué siente un gallego al escuchar esta canción. Por eso es difícil explicar que
las borracheras tienen en mi tierra una tristeza subyacente, que son un canto y
una exaltación de la melancolía; que cuando escuchas esta canción, cunca de vino en mano, se erizan los
vellos, se nublan los ojos, los ollares se inundan de olor a verde, a hierba, o
a salitre y a viento. Ya sé que es difícil de entender, mucho más de explicar. Quizás
por eso sólo nosotros comprendemos que esta canción sea nuestra bandera y nuestro
pañuelo (tanto seca ojos como recoge mocos), nuestra canción de borrachera.
Uol
A Roda |
Música: O andar miudiño, by A Roda.
Éche un andar miudiño,
miudiño, miudiño,
miudiño, miudiño,
o que eu traio.
Que eu traio unha borracheira
de viño, que auga non bebo.
Mira, mira, Maruxiña,
mira, mira, como eu veño.
de viño, que auga non bebo.
Mira, mira, Maruxiña,
mira, mira, como eu veño.
Éche un andar miudiño... (Bis)
Muchas veces me ha emocionado encontrar en palabras de escritores las sensaciones exactas que yo he tenido y que no habría sabido expresar tan acertadamente, así que, a veces, las palabras alcanzan de sobra para ello. Pero quizá sea necesario haber sentido lo mismo para reconocer la sensación que el escritor describe, y de ahí que nos guste un libro y no otro, y no entendamos el gusto distinto de los demás.
ResponderEliminarSupongo que depende tanto del receptor como del emisor, sin ser cosa de actitud. Estamos condenados a no entender cosas que otros entienden, y a entender cosas que otros no entienden. Somos islas, pero en cada ámbito de la vida habrá otras islas próximas. La sociedad es un archipiélago con elementos móviles.
En todo estoy de acuerdo y, sin embargo, sólo atisbamos a identificar una pequeña parte de lo que el otro siente ni el otro sabe qué sentimos. Por eso siempre intentamos comprender. Lo que se nos está olvidando es a aceptar.
EliminarBicos e bo verán, Cristian.
Sí, muchas veces vemos plasmadas nuestras sensaciones, inquietudes por mano de otros. Otras veces, las palabras nos despiertan sentimientos insospechados hasta para nosotros mismos.
Eliminar¿Haber sentido el escritor lo mismo que pretende describir para hablar con conocimiento de causa?
Casualmente este finde he visto un corto con ese argumento:
Lección Magistral, ( http://leccionmagistral.wordpress.com/)
Un abrazo
Esa es la grandeza de la literatura, querida amiga.
ResponderEliminarComo creo que ya hemos comentado aquí, un mismo texto tiene tantas interpretaciones como lectores, incluso más, pues a una misma persona unas letras le pueden inspirar cosas distintas en según qué momento. Si ocurre así incluso con las leyes, con su farragoso y encorsetado lenguaje propio, ¿cómo no habría de serlo en textos que pretenden transmitir algo tan subjetivo como sensaciones o sentimientos?
En todo caso, en este caso que nos traes, adonde no lleguen las letras llegarán los acordes y los balies.
Besos
Exactamente.
EliminarAunque no hemos mencionado aquellos casos en los que las palabras nos enojan, irritan, enfadan o provocan incredulidad ¿cómo puede pensar así? ¿por qué actúa de ese modo? Somos mundos en guerra dentro de otro mundo.
Bicos borrachitos.