sábado, 9 de noviembre de 2013

Tempus fugit


Tempus fugit, M. Schenkenberg

No alcanzaron a amarillear los pósters en la pared: desaparecieron igual que tú y que cuatro convicciones que no sobrevivieron en la pugna con la vida, nada fuera de lo normal. Se llama madurar, triste cosa, en fin.

Lo que no se perdió fue la ilusión, el brillo en los ojos, la añoranza de besos lujuriosos, el abrazo prometedor bajo la madrugada gélida camino del lecho y del placer.

Tempus fugit, amigos, arena que se escapa entre los dedos. Aprovechemos el momento, carpe diem.

Tantas cosas en las que enredamos, irresolubles, dándole vueltas una y otra vez infructuosamente mientras el tiempo huye hacia adelante. Todo efímero: la belleza, la juventud gloriosa, la piel tersa, la espesa cabellera, la vista prodigiosa, el oído atento, el gusto exquisito, el olfato pertinente, agudo ingenio, todo, todo se lo lleva el viento. ¡Cuánto tiempo perdido en batallas superfluas, triviales, innecesarias,  mientras el tic-tac imperceptible cumple su ingrato cometido!

¡Cuánto nos enmarañamos inútilmente y cuánto mejor sería seguir el ejemplo de aquel labriego que, dedicado al carpe diem, se excusaba al llegar a casa a horas intempestivas diciendo: é que enredei nunha silveira!

Uol 

Esta historia comienza aquí.

Tempus fugit

Tempus fugit: locución latina que significa que el tiempo huye, el tiempo se escapa, el tiempo vuela, hace referencia explícita al veloz trascurso del tiempo. 

Carpe diem: locución latina que literalmente significa 'toma el día', que quiere decir 'aprovecha el momento', en el sentido de no malgastarlo, precisamente porque tempus fugit.

4 comentarios:

  1. Querida Uol,

    Deja que me resista a admitir que madurar sea triste, lo que sería tanto para mí como admitir la tristeza del normal curso de la vida. Será porque ya he pasado la mayor parte de ella. Marcus llegará a ser un vejete feliz y guaperas y tendrá todo el éxito que quiera en la resi. Lo importante es que habiendo disfrutado de la belleza de su cuerpo juvenil, sea capaz de hallar gozo en su cuerpo presente. Aún nos falta hallar la belleza madura de la senectud.

    Hoy me siento cuestionadora a la vez que nostálgica; me niego también a pensar que el tiempo gastado en lo que hoy se nos antojan minucias -y que en aquella ocasión nos pareció lo más perentorio e importante del mundo-, sea tiempo perdido. Será porque he dedicado mucho tiempo a causas perdidas. Quiero creer que el tiempo fue invertido, precisamente, en nuestra maduración.

    Es ahora, con la vejez a las puertas, cuando el tiempo se nos acelera, y sentimos que hoy ya no tenemos tiempo que perder. Aprovechémoslo, pues.

    Un beso.




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    1. Assum, madurar conlleva pérdidas y aceptaciones. A veces pesan más las pérdidas, a veces no. En todo caso, es un proceso natural que no siempre acarrea satisfacción, no nos engañemos, lo decimos porque así debe ser, en definitiva eso no se puede cambiar, aunque existen personas que no maduran nunca, y en ese caso nos parecen patéticas, así que realmente no nos cabe otra que entrar por el aro, toda una contradicción.

      Marcus no sé si será un vejete ligón en la ultraresidencia; a lo mejor cuando vea a las señoras de setenta guiñándole el ojo, él recuerde los cuerpos de las de 30 que se frotaron contra él y se apene porque su propio cuerpo ya no es ni de lejos el que fue. ¡Quién sabe! A lo mejor sigue siendo un ligón, esperemos que no al estilo Arturo Fernández, como si aún tuviese treinta años. Yo creo en la belleza de la senectud, sólo que la entiendo entre iguales.

      Quizá me he explicado mal, no pienso que perdamos el tiempo cuando luchamos por "causas perdidas". Me apena el tiempo que perdemos y el dolor que nos causan cosas absurdas, trivilialidades que a los postre no tienen importancia. Sé que sólo la madurez nos hace comprender lo absurdas que eran a toro pasado. ¡Si pudiésemos aprender, escuchar a quien nos lo advierte antes! Que no merece la pena sufrir por quien no te quiere, que no merece la pena intentar abrirle los ojos y la mente al obtuso, luchar por lo perecedero, cambiar al egoísta, al cruel... Que no hay que añorar la vida de la de enfrente porque tú, en su piel, no serías feliz, que no debe doler ir contracorriente... en fin, tantas cosas...

      El tiempo se acelera, sí, a cada uno se le acelera en una época. Pasa tan desesperadamente lento en la adolescencia, tan felizmente inconsciente en la juventud y tan rápido a partir de entonces. ¿Por qué esperar a esa época para dejar atrás el lastre?¿Por qué no aprendemos antes? ¿Por qué esperar a la madurez para el Carpe Diem?

      Un beso!

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  2. Ah! El tiempo.
    Es gratis, pero cuánto nos cuesta disponer de un poquito para disfrutar de lo que de verdad nos gusta.
    Carpe Diem!

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