miércoles, 21 de marzo de 2012

Para que digan...

Querida Loli:

           Perdona que no te coja el teléfono, pero lo de Joanet me ha dejado patidifusa y muy avergonzada, la verdad, a ti te lo puedo decir, querida amiga, que eres como una hermana para mí, bien lo sabes, Loli; pero así y todo no he sido capaz de descolgar el teléfono, que no eran más que llamadas y más llamadas, que yo ya no sabía qué decir y opté por descolgar el teléfono, hija mía, qué vergüenza, qué vergüenza, menos mal que mi pobre Antoni ya no está aquí para ver esa cochinada, que si no... O quizás no, quizás a él lo llenaría de orgullo, vete tú a saber, con lo mal que lo pasó mi pobre marido cuando el niño nos dijo que quería ir a clase de ballet, maricón, el chico me ha salido maricón decía arrebatado y compungido a la vez, que yo no sé cómo no le dio una apoplejía por aquel entonces. Y mira tú por dónde, ahora... para que digan. 


Que yo no sé cómo ha podido pasar eso; bueno, sí, no... tú ya me entiendes, Loli, que no sé cómo alguien pudo hacerle esa foto tan inoportuna e indiscreta, que parece que haya paparazzi escondidos por todos lados; que yo no sé qué hacían presentes en ese ensayo final, que ya te imaginas que no llevaba las calzas reglamentarias del vestuario sino unas cómodas para los ensayos y así pasó lo que pasó; que yo siempre le decía, Joan, cariño, tú siempre bien apretado ahí, ¿eh?, a ver si un día te llevas un susto, y él se reía, no mamá, cómo se te ocurre, estoy trabajando, qué cosas tienes; que yo hablaba mucho con él y por eso su padre decía que yo lo había consentido y que tenía la culpa de su inclinación por el baile, que lo había mimado y que por eso era maricón, mira tú que estupidez, pero Antoni era muy bruto, tú ya lo sabes: un machote de los de antes, que no aceptaba que su hijo se ganara la vida andando en puntas y con mallas. Y bien que se gana la vida, Loli, que hasta lo llamaron del Royal Ballet y fuimos a verlo al Covent Garden, y fue la única vez que Antoni se sintió orgulloso, que bien se veía que lo conmovieron los largos aplausos del público, pero es que era un cenutrio y no daba su brazo a torcer, pero yo noté que estaba orgulloso del chico y le dio un abrazo y ya ahí Joanet comprendió que su padre aceptaba su profesión e hicieron las paces, aunque Antoni siguió pensando que el chico le había salido maricón. Y él lo negaba siempre, que él no era gay, que le gustaban las mujeres, pero como no le conocíamos novia... Ay, qué desgracia, Loli, me muero de vergüenza. Han salido las fotos en los periódicos y hasta en el Suplemento Semanal, las “gracias” de Joan Gramunt, dicen, y lo entrecomillan, qué vergüenza, que uno hasta escribió, viva la madre que lo parió, o sea, yo, qué vergüenza, Loli, qué vergüenza, que ha causado más revuelo que aquella foto del buitre, ¿te acuerdas?, el futbolista aquel, Butragueño era, pues dicen que ha tenido mayor repercusión. Y yo sin saber qué decir, que todos quieren saber mi opinión, pero qué opinión, por Dios, que hasta ayer tenía unas cámaras de televisión en la puerta de casa y eran los de Sálvame Diario, que tú ya sabes que son unos sensacionalistas, qué horror, y yo qué les iba a decir, por Dios, ¿que mi Joanet es muy hombre? Bien se ve, Loli, que él nunca necesitó llevar ahí un calcetín, pero de ahí a que lo vea medio mundo... 

En fin, por eso no te cojo el teléfono, Loli, que esto es una locura, quién me lo iba a decir. ¿Tú crees que aún me hará abuela? ¡Ay, si lo viera su padre!, seguro que le daba una alegría mayor que la actuación por teatros de medio mundo, que yo sé que estaba orgulloso, que recortaba todas las noticias en las que él salía y las pegaba en un álbum, el pobre, pero se murió pensando que el chico era maricón y mira tú... para que digan.


2 comentarios:

  1. ¡Mira la bailarina qué contenta se ha puesto también!

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    1. ja ja ja, hay a quien el trabajo aún le da alegrías...

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