Non vou negalo, non.
No lo voy a negar, no.
Cuando una siente un aliento gélido en la nuca, los
colmillos de la ansiedad royendo ante lo gris de la incertidumbre plena y
diaria de este momento vital que nos está tocando aceptar; ante la ceniza del
desvaído horizonte, cuando ni horizonte se vislumbra, entonces, sí, sobre todo
entonces, una siente que no hay lugar más hermoso en el mundo (el lugar más
adecuado y conveniente para revivir) que enroscada entre tus largas piernas,
hablándote bajito a la oreja bajo el cálido edredón. Entrelazados, calientes y
amorosos. Vivos.
Solo así una siente que vence al Mal, al malestar, al
mal de perder la opción de sentir, de hacer bailar las sábanas, de hacer arder
el edredón de plumas.
La vida es posible bajo la colcha, enroscados los dos.
Sí, mi niño, quiero enroscarme entre tus piernas, y susurrarte cositas en la
oreja.
Sentir, vencer a la muerte entre tus piernas, sobre tu
pecho. Ya.
¿Es un deseo o una posibilidad?
ResponderEliminarEs el deseo de una posibilidad que no se da, que no cuaja, que se me escapa.
EliminarPor eso mismo, siempre cabe la posibilidad de que surja con quien menos esperas. La esperanza, esa necia ilusa.
Un saludo!