sábado, 31 de octubre de 2020

Empujar la puerta

 



UNA CASA

 

Tu lado de la cama ya no tiene fronteras.

Si acaso, es un abismo o un mar inabarcable.

Me pierdo en él como un explorador en el desierto.

En todo lo demás, como si fueras su dueña,

también te reconoce la guarida: el hueco

de tu cabeza en la almohada,

los calcetines rojos,

como dos jilgueros ateridos en la alfombra,

la leche cortada en la nevera,

tu luz en el espejo,

mis manos empeñadas en no perder  la estela

que las tuyas dejaron en el borde de la mesa,

los tímidos poemas que escribieron

tus caderas acercándose lentas,

con ritmo de marea.

                                   El  mundo está bien hecho

y la vida te espera detrás de cada esquina.

Tú empuja solamente la puerta cuando llegues.

 

Alfredo Buxán: Lugar de las hogueras. (2020). 

Colección La Garza Roja 

 

domingo, 25 de octubre de 2020

Non vou negalo

 


Non vou negalo, non.

Cando unha sente un alento xélido na caluga, os cairos da ansiedade roendo ante o gris da incerteza plena e diaria deste momento vital que nos está tocando aceptar; ante a cinza do esvaído horizonte, cando nin horizonte se albisca, entón, si, sobre todo entón, unha sente que non hai lugar máis fermoso no mundo (o lugar máis adecuado e conveniente para revivir) que enroscada entre as túas longas pernas, falándoche baixiño á orella baixo o tépedo edredón. Entrelazados, quentes e amorosos. Vivos.

Só así unha sente que vence ao Mal, ao malestar, ao mal de perder a opción de sentir, de facer bailar as sabas, de facer arder o edredón de plumas. 

A vida é posible baixo o cobertor, enroscados os dous. Si, meu neno, quero enroscarme entre as túas pernas, e susurrarche cousiñas á orella. 

Sentir, vencer á morte entre as túas pernas, sobre o teu peito. Xa.

Uol


No lo voy a negar, no.

Cuando una siente un aliento gélido en la nuca, los colmillos de la ansiedad royendo ante lo gris de la incertidumbre plena y diaria de este momento vital que nos está tocando aceptar; ante la ceniza del desvaído horizonte, cuando ni horizonte se vislumbra, entonces, sí, sobre todo entonces, una siente que no hay lugar más hermoso en el mundo (el lugar más adecuado y conveniente para revivir) que enroscada entre tus largas piernas, hablándote bajito a la oreja bajo el cálido edredón. Entrelazados, calientes y amorosos. Vivos.

Solo así una siente que vence al Mal, al malestar, al mal de perder la opción de sentir, de hacer bailar las sábanas, de hacer arder el edredón de plumas.

La vida es posible bajo la colcha, enroscados los dos. Sí, mi niño, quiero enroscarme entre tus piernas, y susurrarte cositas en la oreja.

Sentir, vencer a la muerte entre tus piernas, sobre tu pecho. Ya.


Uol

domingo, 18 de octubre de 2020

Borrar el disco duro

 


OTRA Y LA MISMA

 

Hagamos una cosa. Borrar el disco duro

―hace ya muchos años lo llamaban olvido―

y empezar otra vida cada cual por su lado.

Tú, irradiando belleza; yo bebiéndola toda

con los ojos abiertos. No me importa que duela.

 

Esta vez ―no te alarmes― sin tropezarnos nunca.

 

Irás siempre con aire de muchacha desnuda,

segura de ti misma, la que se lleva el fuego

cada vez que respira.

                                   Yo me iré hacia el origen

del que  nunca me aparto: una huella en la arena,

esa luna que tiembla, la luz de ese guijarro

bañado por las olas cada vez que amanece.

El niño que te mira con los pies en el agua.

 

Alfredo Buxán: Lugar de las hogueras. (2020). 

Colección La Garza Roja