jueves, 14 de febrero de 2019

Amar




Uno nunca sabe por qué se enamora. ¿Por qué esa persona te gusta más que las otras? No siempre es algo físico, no corresponde a que sea más atractiva o mejor dispuesta. El amor a veces ni siquiera responde a la afirmación me gusta. Es algo más extraño y profundo. Mueve sensaciones dentro, sentimientos inexplicables. Yo he amado a hombres que se merecían el olvido antes de empezar, pero movían en mí sentimientos que supongo explicaría un psicólogo, pero que son explicaciones asépticas e inservibles para explicar el amor. El último, por ejemplo, inmaduro, veleta, simpaticón, simple. Si viviera y compartiera mi vida con él no lo soportaría ni un año, pero movía en mí una especie de sentimiento de protección y cariño al que me resulta difícil resistirme, una necesidad de querer. No sé. Soy muy independiente, me aterra la dependencia. No quiero ser una mujer madre, esa tendencia a cuidar y proteger al esposo: acaban siendo madres de sus maridos, y sin embargo, soy una gran protectora, quizás lucho contra ello por miedo a caer en ello, es bastante habitual en psicología. 


Soy de esas personas a las que le molesta el halago continuo, pero necesito advertir admiración en los ojos del amado. No necesito palabras públicas, sí hechos privados. Otras personas necesitan ese tipo de  palabras, el despliegue ante los demás más que el amor en si; necesitan que los demás sepan de ese amor. En la era del exhibicionismo, eso parece ser lo más importante: mostrar a los demás cuánto nos quieren o queremos. Será que soy de otra época, lo que por otra parte, es cierto. 

Lo que tengo claro es que para que ese amor funcione tiene que haber respeto, y cierta admiración. Si hay desprecio, nada funciona. Y cuando hablo de desprecio me refiero a esas pequeñas cosas que de pronto juzgamos como despreciables, no grandes sucesos que todos tenemos claro. Desprecio es pensar que tu pareja piensa con el culo; desprecio es pensar que menuda panda de tarados es su familia; desprecio es juzgar que cómo es que no ha cogido un libro en su vida; desprecio es pensar que menuda vaca que no hace deporte; desprecio es opinar que no sabe hacer bien esto o aquello; que ojalá se vistiese con el gusto de menganita o fulanito; que no entiendes que no se cuide como pepita o paquito; que ojalá tuviese más vacaciones o le gustase viajar o salir con los amigos... o sea, resaltar todo lo que no hace, no tiene, no demuestra, etc. Y eso pasa a menudo en millones de parejas. En millones de parejas las mujeres se convierten en asistentas de sus maridos: se encargan de su bienestar, sus comidas, su ropa, su comodidad. Y ellos fantasean con la mujer que era antes, joven y guapa. Y buscan aventuras para sentirse ellos lo que ya tampoco son: jóvenes y guapos. Y a muchas les duele más la traición y que los demás lo sepan que la pérdida en si (la otra cara del exhibicionismo). Muchos hombres dirán que no le han pedido nada de esto a sus mujeres. Pero lo esperan. Sé que los hombres no estarán de acuerdo conmigo, pero en una relación, la mujer siempre pierde. Sé que muchos piensan que no es cierto, porque lo interpretan con criterios económicos. Y no digo yo que no existan relaciones así, basadas en el puro interés económico; no niego que haya mujeres que cambian sexo por anillo. Pero quizás, porque yo nunca he encajado en esa clase mental, nunca me he identificado con eso. Mis amigas, en mi ambiente, todas trabajamos desde jovencitas, nunca nos planteamos no hacerlo, nunca ligamos por motivos económicos, nunca pensamos en un hombre que nos mantuviese. Sé que aún hay mujeres así, que dependen de la economía de sus maridos, que lo planifican incluso. También habría que preguntarles a esos hombres que se quejan de las mujeres interesadas en su cartera por qué eligen a mujeres dependientes, sin estudios ni trabajo. Me parece triste, nunca se sabe hasta qué punto ese amor es desinteresado, por lo que también comprendo a esos hombres que se sienten utilizados económicamente. Pero si tú te mantienes, seamos realistas, la mujer pierde con el matrimonio, a menos que tu interés sea tener familia, o sea, hijos. ¿Qué le aporta el matrimonio a una mujer independiente? Tiene que atender la casa, al marido, su ropa, sus camisas planchadas, llegar a tiempo para hacer la comida, la cena, y tenerlo contento, pensar que no te abandone... Una mujer sin marido no tiene esa carga. ¿Y el sexo? La verdad, a partir de cierto tiempo de matrimonio, el sexo cae drásticamente. Mientras que si te enrollas, aunque seas mayor, el sexo sigue activo. O sea, que por sexo tampoco gana. ¿Y la compañía, el cariño, el apoyo? Sí, eso es bonito. Pero para eso te tienes que llevar bien. Y eso se puede tener con amigos, amistades. Cuando las cosas se tuercen, las mujeres cuidan, los hombres huyen. Generalizo, lo sé. Pero mirad a vuestro alrededor. Enfermedad grave: la mujer se queda; el hombre huye. Hijos con problemas: la mujer cuida; el hombre se separa. Etc., etc. Ya sé, ya sé que no es en el 100% de los casos; dejémoslo en el 80%. Penoso, en todo caso. 

No sé, nos educan para vivir en compañía, nos educan en la protección y poco en querernos, en vivir. 

Querámonos. 

Yo me quiero. Y cuando amo, amo mucho. Quizás no lo entiendan. Que puedes amar sin necesidad de que te organicen la vida. En la época de inmiscuirse, no hacerlo está mal visto. Si das aire, lo interpretan como puerta abierta para hacer daño, para el engaño. Si restringes, eres controladora. Si no agobias, piensan que no te involucras. Si te involucras, piensan que corres. Quizás, como en todo, el equilibrio es lo ideal. Así que, si tienes la suerte de que has dado con la persona que te equilibra, y no te sientes miserable, no sufres por lo perdido, no sueñas con lo que te falta y no tienes (sexo, poder, dinero, tiempo...), date por satisfecho. Y mima a esa persona. Todo el año. No solo el 14 de febrero. Por amor, el sentimiento más inexplicable.

Pero si no es así, no seas cobarde, no te conformes. Por amor. A ti mismo. 

Uol



2 comentarios:

  1. Según el mito, los dioses Zeus y Poseidón enloquecieron de amor por la divinidad marina Tetis, disputándose en fiera lucha conseguirla. Entonces el oráculo anunció que el hijo de Tetis sería mucho más poderoso que su padre, y la pasión de los enamorados se enfrió de golpe.
    El amor romántico esta sobrestimado y creo que incluso puede hacer mucho daño.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ay, esos padres que no quieren que sus hijos los superen, qué desgracia de cabeza!
      Pero a mí los dioses, perdona que te lo diga Pitt Tristán, me parecen todos unos cabronazos de tomo y lomo. Y quién se inventó sus historias, otro, el mayor. Fíjate nomás (siempre quise meter esta expresión) en la historia de La Medusa o Gorgona: la viola Poseidón y la castigada fue ella, convertida en un ser monstruoso que dejaba convertido en piedra a quien la miraba. La castigó la diosa de su templo, otra deidad que menuda pieza. Y asi todos, así que de los dioses no hablemos, que no hemos mejorado.

      El amor romántico está sobreestimado, dices. Prefieres el interesado? O te lo parece todo?

      Eliminar

Tu opinión me interesa. Es tuya.