¡Cómo de entre mis manos te resbalas!
¡Oh cómo te deslizas, edad mía!
¡Qué mudos pasos traes, oh muerte fría,
pues con callado pie todo lo igualas!
Feroz, de tierra el débil muro escalas,
en quien lozana juventud se fía;
mas ya mi corazón del postrer día
atiende el vuelo, sin mirar las alas.
¡Oh condición mortal! ¡Oh dura suerte!
¡Que no puedo querer vivir mañana
sin la pensión de procurar mi muerte!
Cualquier instante de la vida humana
es nueva ejecución con que me advierte
cuán frágil, cuán mísera, cuán vana.
Francisco de Quevedo (Madrid,1580- Villanueva de los Infantes, Ciudad Real,1645)
me gusta la melancolia que encierran tus letras
ResponderEliminarMañana, mañana, mañana...Todo son pasitos para el final.
EliminarLa melancolía se filtra en mis letras, no tanto en mis actos, espero.
Feliz Año, Recomenzar!
Non lle fagas caso a Quevedo, que era un cachondo. Coma nós!!!
ResponderEliminarO que é, é o que é.
EliminarTi non sei se es un cachondo ou estás de cachondeo 😉
ás veces son as dúas cousas! ;-)
EliminarY no hallé cosa en qué poner los ojos...
ResponderEliminar...Que no fuese recuerdo de la muerte
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