miércoles, 12 de octubre de 2016

La verdad de los borrachos




Va por delante que estoy ligeramente ebria. Con la comida, un arroz con mariscos que he hecho (no puede llamarse paella porque la paella valenciana no es así y a mí no me gustan las judías en el arroz),  he trasegado tres copas de Ribeiro de un blanco cosechero delicioso, después un chupito de licor café (no se dice licor DE café) y  tres cafés solos con gotas de aguardiente blanca (casera también). Así que tengo una ligera euforia alcohólica que me pone muy cachonda. El alcohol potencia ese efecto en mí, debe activar y poner en ON unas células ya de por sí locas perdidas. Con todo, ya no recuerdo la última vez que me emborraché. Hace años, porque no bebo el suficiente alcohol para alcanzar ese nirvana: cuando salgo de copas y baile bebo en la  cena mis vinitos, pero después ya no tomo copas porque suelo tener que conducir y soy respetuosa con las leyes, aunque después veamos cómo se las salta todo quisque. Yo soy de las ingenuas que siguen creyendo que las fuerzas de seguridad del Estado están para proteger a los ciudadanos, no de los que piensan que hay elementos oscuros que se las saltan de modo infame (qué miedo polis y guardias civiles supuestamente violadores de mujeres que regresan solas a casa en fiestas, receptores de mordidas en la explotación de mujeres, informadores del narco, etc.  ¿Quién  vigila a los vigilantes?). En fin, soy ingenua (sí, reíros) creo en la buena gente (aunque no confío), y quiero pensar que si me tienen que ayudar, me van a ayudar, no a violarme y a grabarme para colgarlo en la red diciendo que la manada se protege. En fin, estoy algo ebria, pero no como para no poder teclear, evidentemente después tendré que corregir este caos de mayúsculas y minúsculas, siempre activo la tecla de las mayúsculas cuando tecleo apresuradamente y tengo que corregir todo.

Hoy es un día festivo, 12 de octubre, y yo tendría que pasarme la tarde en la cama o en el sofá follando sin parar, que es lo que más satisfacción me produce además de leer, escribir y bailar, no necesariamente en ese orden, pero la puta vida es como es. Y no siempre tengo a alguien que me quiera o a quien yo quiera, me desee o yo lo desee, que hay quien separa ambas cuestiones, yo nunca lo he tenido muy claro. Es decir, yo qué sé, cuando deseo intensamente y me siento plena en el sexo me enamoro de alguna manera, hasta que me desenamoro. Y a veces me enamoro de la película que me monto y después el sexo no es como pensaba y me desenamoro en un plis plas. Y eso me jode mucho, porque de repente me noto diferente. Diferente a las personas que aceptan, transigen, perdonan, se conforman. En fin, espero poder corregir bien este texto, porque en pantalla están saliendo letras que no sé quién las ha escrito, hala, otro lingotazo de licor café.

Cuando deseo, deseo en demasía. Creo que no lo soportan, lo creo, sí.  Hay que besarse mucho, lo leo en la prensa, en los diarios, -los periódicos se han convertido en cotilleos de sociedad-  como si yo no lo supiera y llevara a cabo, y encima a mediodía no hacen más que emitir películas de amor difícil que acaba bien, mis amores nunca son difíciles, simplemente no me dan lo que necesito. (¿Lo doy yo?)

Y qué necesito, necesito alguna droga que me altere continuamente la emoción, la imaginación, en realidad es sencillo, sólo que no he encontrado a alguien  como yo, a mi igual. Sé que hay teorías sobre que si los parecidos se repelen, que si los contrarios se atraen. No sé, con los muy diferentes no tengo cosas en común, tienen un sentido del humor que no comprendo, que me hace sentir insegura, como si no hubiese tierra bajo mis pies. Y si son muy iguales, me chirrían, no sé,  me suena falsa la armonía.

¡Parezco tan segura! O lo parecía. Me he vuelto mayor, el tiempo vuela, me han llegado a decir que impongo, pero eso me lo dijeron cuando tenía 26 años. Ahora ya soy mayor, pero sigo teniendo 26. Y sigo sin comprender. ¿Qué necesito? He llegado a entender, a comprender y a aceptar que cuando deseo estoy pendiente de alguien, me siento indefensa, débil, incluso enferma de ansiedad. Y cuando estoy sola es cuando me vuelvo fuerte, nada me da miedo. Bueno, la muerte, ya lo sabéis, pero cada vez la veo como más cercana, está ahí, sin más (el alcohol, of course)

Mi vida es plena, soy feliz, y sin embargo, podría amar más y mejor (bueno, más); podría seguir amando, deseando. Estoy algo ebria, y lo único que deseo es un cuerpo que acariciar, una piel que besar, un cabello en el que enredar mis dedos o, vale, una calva que acariciar, en fin, ya ni eso importa.

Yo me siento bien. No necesito a nadie para ser feliz, nunca lo he necesitado. Y por eso mismo podría haber hecho a alguien muy feliz. Y yo serlo todavía más. Y pasó. Una vez. Y dos. Tres. Cuatro. Dicen que no hay quinto malo. Me gustaría comprobarlo.

Ahora mismo me imagino seduciendo a uno con el que he intercambiado media hora de  charla. Nada más. Bueno, ya lo conocía de muchos años atrás. Ha sido jodido, yo lo miraba porque me gustó cuanto entré en aquel pub y él me miró. Es de esos hombres, pocos, con los que yo me puedo sentir pequeña sin sentirme acorralada o amedrentada. Pero resulta que él me miraba porque me conocía de hace, digamos, quince años atrás, y yo no lo reconocí. Joder, que no me miraba porque le gustase (¿o sí? Esa repentina timidez que mostró...) sino porque me reconocía.  Me abordó, me dejó en shock. Fui algo brusca (mi coctelera, que diría Ramiro Sancho, se percató de todo eso, no es que yo le guste, es que me reconoce; se estará preguntando por qué lo miro; viene a hablarme, se da cuenta de que yo, en cambio, no lo he reconocido; era un muchacho entonces y yo ya una chica, etc.). Apartó la mirada varias veces con timidez y eso me puso a cien (joder para la leona que llevo dentro), pero las circunstancias nocturnas nos llevaron a la despedida. Pensé que nos volveríamos a ver pronto, pero han pasado los meses y  no hemos vuelto a coincidir.  Y mi imaginación hace tiempo que vuela y vuela y vuela y vuelve a volar. Si hubiésemos vuelto a coincidir  y charlar, y tomado café, cañas, copas, intercambiado teléfono y compartido cama, seguro que nada de esto hubiese pasado y no estaría pensando en él tras beberme tres Ribeiros blancos, un chupito de licor café y tres cafés solos con gotas de caña.

Pero entonces ¿qué sería la vida?

Un puro y yermo erial.

Uol, ya menos ebria. 


Licor café gallego
 

10 comentarios:

  1. Me gustan estas entradas donde echas lo de dentro. Tus pensamientos, aun siendo tuyos, son generales, al menos en las personas que a veces pensamos (aunque nuestros pensamientos no coincidan, suelen tener una misma base o fondo).

    Nunca llegaré a comprender a una persona que se considera feliz. No por la persona, sino por la capacidad. Considero que la felicidad es plenitud, por lo tanto ya he tenido mi ración fugaz ahí atrás. Quizá me haya empachado, tal vez ya no vuelva.

    Y, lo diré en español, siempre tengo ganas de hojar.

    Un besito, me apetece licor café, me apetece un puntillo guay. Hace años que no me doy el gusto.

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    1. Me alegra que te haya gustado, Sobre. Intento escribir siempre desde "dentro", pero quizás no lo consiga a veces.

      Un puntillo guay es muy recomendable sentirlo alguna vez al año, tampoco hay que reprimirse tanto, que luego pasa lo que pasa 😎

      Bicis.

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    2. jajajaja. No me suelo reprimir, me suelen reprimir.

      Motos!

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    3. ¿Te reprimen el bebercio? ¿Estás ingresado en alguna institución, pillín? jejejeje

      Coches!

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  2. Una Uol que nunca había leído, me gusta.

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    1. Nunca?? Pero bueno, cómo que nunca?😮
      Qué poco me lees, Amowhor! 😂😂
      😘

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  3. Pues a mí la judía verde es de los ingredientes que más me gustan en una paella.

    Entre valencianos se discute bastante en redes sociales sobre lo que es paella y lo que no. La más típica es de pollo, judías verdes, arroz, alubias (algunas de ellas muy grandes, que se llaman garrofó), aceite, sal, colorante, y… se discute sobre el pimiento rojo, que aproximadamente en la mitad sur de la comunidad es un ingrediente esencial, pero en la mitad norte, incluida la ciudad de Valencia, no les gusta. Allí le agregan alguna ramita de romero. Los de la mitad norte dicen que, si le agregas pimiento rojo, ya no es paella, es “arroz con cosas”. Pero la hay de muchos estilos, y algunas están de muerte. Yo suelo decir que, en realidad, la Comunidad Valenciana no consta de 3 provincias, sino de 2: la del pimiento rojo (nosotros) y la otra.

    La bebida espirituosa típica de la zona de Alcoy se llama café licor, y es una bomba, porque se suele mezclar con Coca-cola, lo que supone un chute brutal de cafeína y azúcar, o con granizado de limón, resultando todavía más dulce. Coges un ciego muy alegre, más despierto que con otras bebidas, pero la resaca es mala, porque a la mañana siguiente duermes tres o cuatro horas y te despiertas. El granizado de limón le da muy buen sabor, pero las primeras veces que lo pruebas con Coca-cola lo encuentras asqueroso. Al ser lo típico de la zona, la gente se suele acostumbrar de bien joven. Y luego te encanta. Yo ya no lo bebo casi nunca, pero es lo que más he bebido.

    Normalmente no podría emborracharme de vino o cerveza. Puedo con un vaso o un tercio, pero más no me sienta nada bien. La sangría sí, pero el vino a secas me termina dando dolor de cabeza. Y la cerveza me hincha. Al segundo tercio me coge hipo. Lo que me sigue gustando, aparte de sangría y mentira, es el martini, el ron, y algún tipo de sidra. En Croacia me encantaba la Somersby.

    Sobre esa relación entre amor y deseo sexual, si ha de ir más o menos conjuntado, nunca he tenido claro cómo expresar lo que siento. Cuando estaba en el instituto, me veía muy lejos de ligar. No se me daba bien hablar y bromear. Era medianamente guapo, sabía que las chicas se fijaban en mí, pero me sentía tonto e incapaz de llegar a nada. Y cuando, en algún recreo, alguna de las chicas del grupo lloraba porque había cortado con su novio, yo pensaba que todo eso no tenía sentido, porque dentro de tres o cuatro semanas iba a estar con otro y continuar una vida sexual bastante plena, así que todo eso del amor me parecía exagerado. Sabía que toda esa gente que hacía un drama de haber cortado con su pareja iba a tener un montón de parejas en esta vida, y posiblemente iban a hacer un drama de cada vez que cortasen, y me parecía terrible, porque yo era virgen y pensaba que, si estuviese con alguna y se terminase, valoraría lo positivo de haber tenido esa experiencia, y luego disponer de un tiempo a solas para asimilarla mejor, y prepararme para otra.

    Años más tarde, me enamoré de una chica a la cual no llegué ni a besar, y pasé unos 3 años muy malos, pero, pasados los primeros meses, fui consciente de que, algún día, iba a cambiar de gustos y esa chica no me iba a atraer tanto, porque el amor era un capricho exagerado y cargado de desconocimiento acerca de la verdadera personalidad de esa otra persona. Hay cualidades de ella que te siguen atrayendo, al tiempo que vas descubriendo aspectos que no te gustan demasiado, y sabes que estás sufriendo por inercia, de un modo poco objetivo, sabes que te quema una llama menguante, que te seguirá quemando otro año o dos, pero llegará el momento en que se apague.

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    1. Yo creo que en este país cada persona le llama paella a su propia versión, pero sé que a los puristas no les gusta, así que sólo le llamo paella entre amigos jejeje. Yo, por ejemplo, la hago con base de pimiento rojo y verde y después le echo calamares, pescado, gambas peladas y sen pelar y mejillones. En el fondo lo que me gusta es el arroz. Y puedo comerlo de muchas maneras: con carne; negro; blanco con vegetales; integral; a la cubana o con unos meros huevos fritos... soy muy arrocera. Me gustaría que por aquí hubiese restaurantes especializados, pero no se dan.

      Respecto a lo otro, no sé, a veces para pasar de etapa hay que hacer un pequeño duelo.
      A estas alturas lo que sé es que tendemos a idealizar lo perdido.
      Al final yo sólo recuerdo lo bueno. Y lo malo que recuerdo es porque tenía una pepita de oro en medio. Uno recuerda lo bien que se sentía entonces, no los detalles en si. No recuerdo el sexo concreto con un hombre, sólo si me sentía plena. Por eso cuando volvemos a enamorarnos o a desear todo es siempre nuevo. No alcanzar la plenitud es lo que hace que añoremos parejas pasadas, sin ser concientes de que si se acabó la relación fue por algo. Y ya no es lo mismo.

      Bicos!

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    2. Ah, y eso a lo que llamáis licor café nada tiene que ver con nuestra bebida, por suerte jajajaja

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    3. Sí, en un pueblo costero catalán, en el año 2000, pedí "paella valenciana", como estaba en la carta, y me sacaron arroz naufragando en un mar de tomate. Mi peor pesadilla. Algo de tomate se le pone, olvidé mencionarlo entre los ingredientes típicos porque es el menos importante, prácticamente no se ha de notar, pero lo de ese bar era una atrocidad. Y si ves fotos de la "spanish paella" que se encuentra en supermercados noruegos, es otra cosa repugnante. Olvidé mencionar también el caldo. Solemos comprar caldo de pescado cuando la hacemos mixta, de carne y pescado. A veces hacemos previamente el caldo con morralla.

      A mí también me encanta el arroz. Me gustaría comer sushi de vez en cuando, pero en mi zona no hay restaurantes japoneses. Para encontrarlos has de ir a las zonas de playa, a una hora de aquí. He probado a hacer sushi tres o cuatro veces, y no me sale demasiado bien. En Londres, que estaba lleno de establecimientos con sushi para llevar, me puse las botas. Hasta que me sentó mal.

      Sí, ya tenía entendido que el licor café no tenía nada que ver con el café licor. :-)

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