Cuando traspasé el
umbral de la sala de reuniones, él estaba sentado indolentemente en una silla
giratoria, un codo alzado sobre el respaldo, la pierna cruzada, la mirada
clavada sobre mí de esa manera...
Mientras hacía bailar la
silla y seguía mi avance escrutándome, yo me imaginé toda una serie de
cochinadas que le haría allí encima si se terciaba.Uol
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