sábado, 14 de febrero de 2015

Sobre arbotantes y contrafuertes y los roles de pareja



Yo querría ser arbotante, pero me tocó ser contrafuerte.
Contrafuertes y doble arbotante 


En las relaciones de pareja -e incluso de amistad-  a uno le toca ser arbotante o contrafuerte. Cuando el arbotante y el contrafuerte se encuentran, encajan y forman el soporte de una sólida bóveda. Pero el cuento no suele ser así.



A veces hay dos contrafuertes y chocan y chocan y la nave no se eleva. En otras son dos arbotantes y no tienen asideros: se derrumban. ¿Y qué sucede cuando el contrafuerte quiere ser arbotante? ¿Y los que siendo arbotantes se empeñan en ser contrafuertes? Algo cruje, un arbotante no puede soportar solo el peso de una bóveda. Y aún es peor cuando el contrafuerte tiene que  esconder  que lo es (infinidad de mujeres)  u otros le atribuyen cualidades de arbotante. Y allá que se va a los altos, mordiéndose la lengua día sí, día no, fingiendo  que desvía las fuerzas desde el techo hasta la base del contrafuerte. Pobre fraudulento arbotante con mente de contrafuerte, siempre al borde del motín, queriendo llevar las riendas, simulando que no es quien soporta el peso de la construcción. 
Arbotantes y contrafuerte


¿Y qué decir del arbotante en el que han delegado el trabajo de contrafuerte (hombres, por ejemplo)? Temblando allá en la base, no soportan la presión que se le viene encima, siempre al borde del colapso, del ataque de nervios, de la huída escamoteada. 

Existen mujeres contrafuertes que, sabiamente, se han unido a hombres arbotantes; pero después quieren que ellos se comporten como contrafuertes y pasar ellas a ser arbotantes, algo que ni uno ni otro pueden hacer. Los temblores del edificio son continuos y los moradores de la edificación viven con el miedo constante al terremoto final que los sepultará. Es más fácil que el hombre contrafuerte encuentre a una mujer arbotante que darse de bruces la hembra contrafuerte con el macho arbotante que ella ansía. Porque las mujeres contrafuertes admiran las cualidades del contrafuerte, y ya hemos dicho que dos contrafuertes se estancan. Por eso muchas mujeres contrafuertes fingen ser arbotantes, para poder ser elegidas, pero también muchas otras, cada vez más, se pegan al muro, prescinden del arbotante y levantan solas su morada.

Contrafuertes adosados al muro

Algunos hombres arbotantes también fingen a veces ser contrafuertes, pero siempre acaban siendo elegidos por mujeres contrafuertes que los han olido, con lo cual el equilibrio de fuerzas es el correcto. Pero si el fingimiento es grande y se empareja con una arbotante, el conflicto está asegurado: un arbotante no será nunca el contrafuerte que la arbotante espera. Siempre el edificio inestable, inseguro. 

Existen leyendas que hablan de unos seres  que se convierten en uno u otro caso según con quien se tropiecen, porque su meta es levantar la iglesia sí o sí. Pero yo pienso que es una impostura, tienen alma de constructores hasta que un día aflora su verdadero ser. Suerte será si coincide con el que un día eligieron  para su obra. 

¿Y qué me decís de los ambiciosos contrafuertes que deciden erigir una catedral? Necesitan de un arbotante doble, uno sobre otro. Generalmente el primero lo necesitó para avanzar en la obra, y ahora que se encuentra en las alturas se hace con otro más joven y ligero para coronar la cima. Estos arbotantes van en paralelo y no se miran, porque si eso sucede, el derrumbe de la cúpula está asegurado. 

Contrafuerte con doble arbotante


Vista toda esta complejidad, ¿aún os preguntáis por qué se derrumban anualmente tantas iglesias?

En fin, para los que estáis erigiendo una bóveda y para los que ya la estáis soportando, ¡Feliz Día de San Valentín! :P
Uol 
¿Y qué sois, contrafuertes o arbotantes? 

5 comentarios:

  1. Odio San Valentín y todo su alrededor, es un día más, de consumismo innecesario.

    Sobre arbotantes y contrafuertes, como decía Burning;
    "Y que se yo, si estoy tan solo..."

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    1. Lo importante es que no te sientas solo. Ya hay demasiada gente que se siente sola estando acompañada. Comparten espacio -y no siempre- y nada más.

      Y si en verdad te sientes solo, pues aquí, en este rinconcito, estoy -y están más- que te escuchamos con verdadera atención.
      Bicos e apertas!

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  2. Jodó, cómo acojonan estos temas, la peña se inhibe y no comenta. Tú, no, Amowhor, para eso llevas ese nombre.
    En fins... mañana será una entrada blandita, así como para todos los públicos.
    Bobita que estoy :(

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    1. ¡Lo siento! Es un texto muy meritorio e interesante, pero nos pide hablar de cosas muy personales. Es complicado.

      En una de esas conversaciones de sobremesa, hace unos meses, éramos cuatro chicos y tres chicas, dos de ellas lesbianas, una de las cuales era muy sociable, y sacó el tema de que nunca hablamos sinceramente de sexo entre gente de ambos géneros, como si fuera algo malo. Durante un par de horas, mantuvimos una conversación interesante, pero está claro que casi todos tendemos a callarnos cosas, aunque sean perfectamente aceptables... no apetece del todo revelarlas. Había un par de contrafuertes alrededor de esa mesa: ella y uno de mis amigos. Fueron los dos que más participaron en la conversación, los que la dirigían. Supongo que es natural, por algo son contrafuertes. Tienen más soltura y menos complejos.

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    2. Cristián, no pretendía confesiones íntimas por vuestra parte, sólo saber si estáis de acuerdo en el planteamiento, y si sentís que encajáis en esa clasificación o no. Yo misma he asumido que soy contrafuerte porque desde siempre me han etiquetado así. Me han atribuido esa característica. A veces dudo que sea verdad. O no del todo. El Otro tiene mucho que ver en cómo nos sentimos.

      Disiento en que los contrafuertes no tienen (tenemos) complejos. Estamos también llenos de dudas e incertidumbres, pero nos sobreponemos, a veces hasta nos olvidamos de ellas. :p
      Gracias por comentar, siempre lo haces a corazón abierto ( el que más), y eso me conmueve y me motiva.
      Besos.

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