Querida señora Francis,
dos amigas mías, de diverso carácter y pelaje, han decidido en cuestión de dos
meses -y por separado- montar un negocio de entrenamiento sexual, o coach
sexual.
Lucía se acaba de
divorciar. Hace tres años nos contó que llevaba doce meses sin follar con su
marido (no sabemos si con algún no-marido lo hacía). Después dejó de hablar del
tema. No creímos que hubiese sido porque se solucionase el asunto, sino porque
le daba vergüenza ante si misma aplazarlo y aparcarlo, ya se arreglará, es un
bache, él cambiará, yo cambiaré, ellos cambiarán. Toda una conjugación verbal
que acabó en el participio rematado.
Noa, en cambio, no está divorciada. De momento no se ha casado. Es más joven, dinámica y aventurera que Lucía. Ellas no se conocen más que de oídas. Son amigas mías por diferentes vías. Noa siempre arrastra la etiqueta de "inestable". Los novios le duran poco más de un año. Ella alega que se cansa de poner más carne en el asador que ellos. Las colegas opinan que es muy exigente y una tarambana. A mí no me parece raro cambiar de rumbo si la nave no va ni a motor ni a vela y una se agota de remar, y decide desalojar la barca.
Pero al grano, doctora Francis, el hecho es que las dos han montado un negocio de coach sexual. Y yo, que sólo soy una observadora de la vida, me pregunto en mi supina ignorancia, ¿es que la gente necesita que le enseñen a follar? Porque yo siempre he pensado que eso se aprende con la experiencia, con el clásico ensayo-error.
¿De qué me sirve que el coach me diga introducir un dedo en el ano de tu pareja es altamente gratificante, si cuando me aproximo a la zona noto bloqueo en el susodicho y apertura desorbitada de sus ojos? Pues yo, sin coach de por medio, hago lo razonable, me aparto de la zona y me desvío a otras más placenteras, ergo, lección aprendida con este maromo.
Noa, en cambio, no está divorciada. De momento no se ha casado. Es más joven, dinámica y aventurera que Lucía. Ellas no se conocen más que de oídas. Son amigas mías por diferentes vías. Noa siempre arrastra la etiqueta de "inestable". Los novios le duran poco más de un año. Ella alega que se cansa de poner más carne en el asador que ellos. Las colegas opinan que es muy exigente y una tarambana. A mí no me parece raro cambiar de rumbo si la nave no va ni a motor ni a vela y una se agota de remar, y decide desalojar la barca.
Pero al grano, doctora Francis, el hecho es que las dos han montado un negocio de coach sexual. Y yo, que sólo soy una observadora de la vida, me pregunto en mi supina ignorancia, ¿es que la gente necesita que le enseñen a follar? Porque yo siempre he pensado que eso se aprende con la experiencia, con el clásico ensayo-error.
¿De qué me sirve que el coach me diga introducir un dedo en el ano de tu pareja es altamente gratificante, si cuando me aproximo a la zona noto bloqueo en el susodicho y apertura desorbitada de sus ojos? Pues yo, sin coach de por medio, hago lo razonable, me aparto de la zona y me desvío a otras más placenteras, ergo, lección aprendida con este maromo.
¿De qué me sirve que me
digan morder el glande de tu chico lo
pondrá en órbita, si cuando lo hago el pobrecico tiembla y me mira con
espanto? Pues nada, yo aprendo y no lo hago. ¿Que gime y ronronea? Pues sigo.
¿Que no? Pues a otra cosa y tan ricamente, que lo que se trata es de gozar, no
de pasar de la A a la Z del diccionario sexual quieras o no porque lo dice el
manual.
Supongamos que Luís va a las clases esas. Y le dicen que a las mujeres les excita muchísimo que les pellizquen los pezones y se los mordisqueen. Y un día liga conmigo. Pero a mí que me machaquen los pezones me da repelús y si siento presión de dientes, me entra la paranoia de la amputación y él, si es listo y quiere aprender (ensayo-error), se dará cuenta -mi mano en medio- de que, o baja la intensidad a puros lametones, o el rollo se detiene en seco. Ha aprendido. Y en otra lid verá que la moza se desgañita con los mordiscos y pensará a ésta sí le gusta, y obrará en consecuencia. Así es como se aprende, me parece a mí, doctora Francis. Porque las variables son infinitas, y lo que a mí me gusta, a otra no. Y lo que a él le pone, a otro no. Y de ahí vienen las frustraciones, que te han calificado con matrícula de honor en la materia Caricias eróticas, I grado (20 créditos) y suspenso en la vida real. ¿Y a quién reclamas? ¿Te devuelven el dinero del curso?
Supongamos que Luís va a las clases esas. Y le dicen que a las mujeres les excita muchísimo que les pellizquen los pezones y se los mordisqueen. Y un día liga conmigo. Pero a mí que me machaquen los pezones me da repelús y si siento presión de dientes, me entra la paranoia de la amputación y él, si es listo y quiere aprender (ensayo-error), se dará cuenta -mi mano en medio- de que, o baja la intensidad a puros lametones, o el rollo se detiene en seco. Ha aprendido. Y en otra lid verá que la moza se desgañita con los mordiscos y pensará a ésta sí le gusta, y obrará en consecuencia. Así es como se aprende, me parece a mí, doctora Francis. Porque las variables son infinitas, y lo que a mí me gusta, a otra no. Y lo que a él le pone, a otro no. Y de ahí vienen las frustraciones, que te han calificado con matrícula de honor en la materia Caricias eróticas, I grado (20 créditos) y suspenso en la vida real. ¿Y a quién reclamas? ¿Te devuelven el dinero del curso?
Sexual coach |
¿Y qué pasa con las
mujeres que sólo han catado un hombre? Ésas que se casaron a los veinte y su
madrina les regaló un bono del cursillo Cómo
cuidar de tu esposo, y en el capítulo "Sobre los deberes conyugales"
pone esto y lo otro; y nada -o parte- fue así
y las pobres se preguntan ¿qué es lo qué falló? Ay, qué dudas, señora
Francis, porque es que yo no me veo en un taller mientras la profe me dice,
cierra los ojos, deja que tu compi, el calvito tímido de la esquina, te acaricie
las corvas; ahora tú tócale ese nabo blancuzco... Pues no, no me veo ¡con lo
sabroso que es el tropiezo furtivo de los cuerpos inesperados, desconocidas aún las pieles, cuando todo aún es posible!
A mí esto del sexual
coach me recuerda a la peli (¡ay, Barbra Streisand, últimamente te tropiezas
conmigo!) Los padres de él (Meet the Fockers), donde la Streisand era
terapeuta sexual de la tercera edad (¡qué divertida ella dando clases!) y ponía a
todos de los nervios con sus sugerencias, bien se veía que se había quedado
colgada en los años 70. La película es del año 2004, ¿no es un poco tarde ya
para este asunto? ¿No ha pasado de moda como negocio lo de los talleres de sexualidad?
Los jovencitos huyen de lo académico como de la peste y el resto preferimos aprender
solos.
Los padres de él (Meet the Fockers) |
En fin, no me hagáis
caso, yo soy una de ésas que vaticinó que los centros comerciales, que
proliferaban como setas en mi ciudad, no tendrían éxito... y se han convertido
en parques temáticos de fin de semana. ¡Ojo que tiene una! :-P
Uol
Ay, qué risa me ha entrado con esto... y las fotos, estupendas!
ResponderEliminar¡Cómo me alegra que te diviertas, Assum!
ResponderEliminarQuerida Sta.Uol: Ud cree que la persona que mejor le puede aconsejar sobre estos asuntos es la Sta. Francis?
ResponderEliminarMucho me temo que recrimine su actitud claramente concupiscente y la envíe de vuelta al camisón con agujero.
¿O esta es otra sta. Francis de la que no tenía yo noticia?
Abrazos desentrenados
Estimado señor desentrenado: creo que no ha captado usted la ironía. La señora Francis y los sexual coach son los extremos de la misma cosa. Si hace 50 años consultaban sus cuitas amorosas, ahora las desavenencias sexuales. Yo confío más en el propio sentido común, pero al parecer se está perdiendo con los pesticidas, el mercurio en el pescado y las declaraciones de los políticos.
EliminarYa he advertido a mis lectores posibles que no me hagan caso. Yo esperaba debate, pero se ha instalado la ley del silencio. Será cosa de callar también una.
¿Camisón con agujerito? Hummmm... sería una novedad jajaja. Mira lo que tengoooo....
Abrazos y gracias por discrepar (aunque sea)
Soy sexóloga y me ha hecho mucha gracia!! El sentido del humor es importante para todo...y en muchas cosas no te falta razón....te seguiré leyendo!
ResponderEliminarEl sentido del humor y el sentido común. Del primero no puedo presumir, pero del segundo tengo a raudales.
EliminarGracias por pasarte por aquí y por no tomarte muy en serio el texto.
Saludos!
Vengo del Blog Eros... y desde luego, tu entrada es muy pertinente.
ResponderEliminarGracias, Manolo.
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