Quizás porque todas nos hemos sentido alguna vez feas
en brazos de un hombre muy guapo.
Quizás porque algunas hemos renunciado a ese amor,
pese a todo.
Con mucho dolor.
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Tal como éramos (The Way We Were) |
A veces uno sabe que ya ha vivido eso, en alguna otra vida, y que volverá a vivirlo, a sentirlo.
Era un sábado y yo aún era muy joven y me quedaba los sábados por la noche viendo la tele. Y la pusieron, aquella película tan hermosa que me hizo llorar por lo que todavía no me había sucedido. Y lloré y lloré. Porque sabía que me sucedería. Y lloré más tarde, cuando efectivamente me sucedió. Y aún lloro hoy cuando escucho esa canción que me recuerda lo que fue inevitable. ¿Cómo podía yo tener nostalgia por un tiempo futuro, por lo que todavía no había sucedido?
Esa mujer comprometida, una mujer de un tiempo que parece lejano, comunista en USA, una mujer que decía lo que pensaba, que luchaba contra la hipocresía, contra las injusticias; que carecía de habilidades sociales, se toma todo demasiado en serio, a la tremenda; una mujer de físico anodino quizás, pero que es un volcán, puro amor, pura pasión. Esa mujer, esa mujer se enamora de un hombre. Pero él no es anodino, es un hombre muy guapo, de gran carisma, que sabe moverse en los ambientes, que tiene sus ambiciones, que quiere prosperar, dejarse mimar por la vida, busca el éxito. Son tan opuestos y, sin embargo, o precisamente por ello, se atraen, se desean, hacen todo lo posible por encajar como encajan sus corazones.
Pero amar no siempre es suficiente. Eso me lo dijo una vez un hombre que me amaba. Y es cierto. Porque la vida es mucho más complicada que encerrarse a gozar en un diminuto apartamento. Y hay que escoger. Y él no es capaz de estar luchando siempre, de enfrentarse siempre, él prefiere adaptarse, transigir, y ella no puede, no puede.
Tanto dolor. Ese gesto de ella apartándole el pelo de la frente, desde el primer momento, ese deseo de tocarlo, ese gesto que nos trasmite el profundo amor que le tiene y que no puede contener ni refrenar. Ese gesto que se convierte en cotidiano. Ese gesto que no evita en la despedida final, cuando se reencuentran, cada uno con sus vidas rehechas, y que, sin embargo, trasluce que aún se aman, no han dejado de hacerlo y no han amado igual, sólo han elegido a alguien más cómodo, más fácil para sus vidas.
Esa escena cuando él se gira en la cama la primera vez y la cubre con su cuerpo. Ella no se puede creer lo que le está pasando, él la ha elegido y es demasiado hermoso. Es demasiado hermoso ese cuerpo y es demasiado hermoso lo que le está sucediendo. Uno vive para un momento así, para desear un instante así en la vida. Uno no puede morirse sin sentirse alguna vez así. Uno no puede pasar por el mundo sin sentir así, al menos una vez en la vida. Sentirse diosa, sentirse única, sentir que ha merecido la pena nacer para un momento así.
Y la separación, saber que es inevitable y sentir a la vez un dolor lacerante. Constatar que el momento Único ha pasado (¿verdad, mi pequeño?), que uno no puede dejar de ser quien es. Estás estupenda, te has vuelto a dejar el pelo rizado. Así es como lo llevo cuando puedo ser yo misma.
Ella desaparece hacia su nueva vida, pero sabe que nunca podrá olvidarlo, nunca. Porque hay hombres y mujeres que se quedan impregnados en la piel, por siempre.
Y mientras recuerdo, lloro con esta canción. ¿Qué puedo hacer? Soy demasiado emotiva. Y lloro cuando puedo ser yo misma.
Uol

Música: Premio
Oscar 1974 : a la mejor música (Marvin Hamlisch) y a la mejor canción (
Marvin Hamlisch, Alan Bergman y Marilyn Bergman)
Vídeo: Barbra Streisand interpreta el tema central de la película: The Way We Were.
Letra
Tal como éramos (The Way We Were)
Los recuerdos iluminan los rincones de mi mente.
La llovizna empaña los recuerdos
de cómo éramos.
Imágenes dispersas de las sonrisas que dejamos atrás,
sonrisas que nos dimos uno al otro
por cómo éramos.
¿Puede ser que todo fuera tan sencillo entonces,
o que el tiempo haya reescrito cada línea?
Si tuviéramos la oportunidad de hacerlo todo de nuevo,
dime... ¿lo haríamos? ¿Podríamos?
Los recuerdos pueden ser bonitos y, a la vez,
ser tan doloroso recordarlos
que simplemente elegimos olvidar.
Por eso, las risas serán
lo que recordaremos
cada vez que recordemos
tal como éramos,
tal como éramos.
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Barbra Streisand, Tempus fugit
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Robert Redford, Tempus fugit
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PD: ¡Feliz Día del Libro! Hace una semana he acabado de leer El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes. Me ha gustado. Me ha removido por dentro y me ha enrabietado (como casi siempre que me topo con la injusticia, la estupidez y el odio y las humillaciones). Y me ha emocionado que existan niños que superan el ambiente adverso que los rodea. En nuestro mundo parece ya extraño que alguien se eleve sobre la estupidez que como un manto nos va cubriendo. El libro me ha recordado mucho a la película Silencio roto, (2001) de Montxo Armendáriz. Decidí, entonces, leer el primer volumen de esta serie (Episodios de una guerra interminable), Inés y la alegría, pero me está resultando más pesada, quizás por el estilo, con mucha información política de la época, parece más un documental ficcionado. Y de la ficción, me enerva y me atrae el personaje de Inés, no sé si la abofetearía por parva o le haría un altar. Almudena Grandes acaba de publicar el tercer volumen, Las tres bodas de Manolita. Imagino que lo leeré también.
Bueno, no suelo hablar de libros, pero el Día lo merece.
¡Bicos a los que disfrutáis con la lectura!