Hay otro tiempo detrás
de este tiempo, un tiempo que me pesa como una losa, que me aplasta, que me
limita. Un tiempo anterior a mí y que, sin embargo, me condiciona, me amilana,
me retrae, me retuerce, me pisotea y aplana.
Hubo un tiempo
anterior, un tiempo donde todo era posible, donde la muerte no existía, donde
no había decepción. ¿Lo hubo? En realidad en ese tiempo sí hubo temor en todas
las esquinas, la niña de la imaginación desbordada que temía al nido de víboras que se escondía bajo su cama; la niña que
veía una cara en cada mancha del techo; la niña que soñaba que caía por un
cielo lleno de algas. ¿Acaso ese tiempo anterior no contenía el horror de las
sombras? ¿Acaso no escuchaba la respiración de mi corazón, los latidos en mi
boca?
Quizás nunca hubo un
tiempo anterior a este tiempo. Quizás siempre fue oscuro y sólo ellos iluminaban
la oscuridad que nadie más sentía.
Hubo un tiempo, no obstante, donde el miedo no existía; era una palabra vacía de significado. Sí, lo hubo, pero no fue la infancia: fue la adolescencia, llena de sueños, de metas, de furias, de rabias, de posibilidades lejanas. Fue ese período que nunca acaba, atravesar sin agua el desierto de la incertidumbre y no tener sed, airada y hermética, frágil y poderosa, osada. Ese tiempo de demora, ese tiempo de tránsito, impaciente espera. Acaso el tiempo de la oscura luz brillante. Sin miedos, sin temores, con esperanza. Un tiempo que no avanzaba, que no se acababa, interminable, y que, sin embargo, no duró apenas nada.
Hubo, creo, otro tiempo
alegre y luminoso. El tiempo de los amores alegres, sin metas, sin más ansias
que saciar los deseos de cuerpos y almas; de apetencias de risas y abrazos; de
paseos de la mano y madrugadas interminables; días de perpetuas miradas,
infinitas ansias.
También ese tiempo
pasó. Negros nubarrones invadieron todo despertándome de un sueño
amable y placentero, acaso feliz.
Hubo un tiempo anterior
a este tiempo. ¿Lo hubo?
Siento que retorno a
aquellos días lejanos. Cuando una sombra me asaltaba tras cada piedra, tras cada muro,
tras cada esquina.
No hubo otro tiempo,
no, siempre es el mismo el que nos acompaña.
Uol
Música: Time, by Kroke.
Tras la madurez deviene un tiempo que se asemeja tanto a la eterna niñez...
ResponderEliminar¿Pleno de miedos?
EliminarTime present and time past
ResponderEliminarAre both perhaps present in time future,
And time future contained in time past.
If all time is eternally present
All time is unredeemable.
T.S.Eliot
Que preciosidad de fotografía.
Lo es todo: la verdad del poema, la hermosura de la foto.
EliminarGracias, Andrés.
El tiempo es aquella balsa que nos lleva.
ResponderEliminarNos lleva, nos porta, nos arrastra...
EliminarUn saludo.
El tiempo es la clave del modo en que lo percibimos todo. Es el tiempo lo que marca cada uno de los hechos, pensamientos y sucesos en nuestro viaje desde que nacemos hasta que morimos
ResponderEliminarSaludos!
Nuestra percepción del tiempo es muy personal.
EliminarGracias, Amowhor, por pasarte siempre por aquí y comentar.
Un beso.
Recuerdo haber imaginado que un vehículo recorría las líneas hundidas entre los relieves del techo, mientras mi madre me secaba el pelo en invierno, tras la ducha del viernes por la noche, disfrutando del calor en el pescuezo, embutido en el batín, justo antes de sentarnos a ver "V" y comer algo. Sería en 1983 u 84. Me ha venido esa imagen leyendo lo de las manchas en tu techo.
ResponderEliminarVi a Kroke hace tres años, en el teatro de Villena. Me encantaron. Además de disfrutar con su virtuosismo musical, nos hicieron reír hasta llorar. El violinista es un genio. Me encantan dos temas de 2003: "Light in the darkness" del disco "Ten pieces to save the world", y la versión de "Ajde jano" junto al violinista Nigel Kennedy en un disco llamado "East meets east".
De verdad, cómo me gustaría ser capaz de escribir así.
Me encanta Kroke, esas canciones que mencionas también son mis favoritas. Tuve la suerte de verlos tocar en Santiago de Compostela hace ya diez años, maravillosos, me emocionaron y emocionan hasta las lágrimas.
Eliminar¿Sabes? Yo también recuerdo como un momento especial el secado de pelo del que se encargaba mi padre los domingos por la mañana mientras mi madre acaba de arreglarse para salir. Él tenía especial cuidado y no me daba tirones, es un recuerdo dulce y tierno, casi sensual, que nunca olvidaré :D
Gracias por tus amables palabras. Cada uno escribe a su manera, me enternece que te guste el mío
Bicos!