Él tenía largas pestañas y no usaba jamás camisas de manga corta. Cayó en Pedrafita, si bien su cuerpo mortal regresó a casa.
Y el silencio se abrió como una sima insondable. Evitar lugares. Pero no recuerdos. Silencio. Calla, corazón.
Ella le envió puñales.
Él le devolvió indiferencia.
Galopaban caballos en su pecho.
¿Dónde se vende la metadona del amor?
Conseguir dormir.
Ella le envió puñales. Él no pudo arrancárselos. Brama su corazón, cabalga en el silencio. Duerme con los ojos abiertos.
ResponderEliminarQué bello, Uol.
Foráneo.
Ojalá hubiera sido como lo cuentas...
EliminarElla se olvidará.
ResponderEliminarY le volverá a pasar.
Él siempre calla.
Tú dame ánimos...
Eliminarjejeje
La metedona del amor, nunca lo había visto!
ResponderEliminarSaludos Uol
jajajja, ¿quieres decir metadona o haces un juego de palabras? ;-)
EliminarEl amor es una droga? Pues puede ser que si.
ResponderEliminarBesos.
Lo es, Javi. Te hace dependiente, siempre quieres más y te cuesta desengancharte cuando te hace daño :(
EliminarBss
La indiferencia.... cuán profundamente hiere, corta más que los puñales, se clava más hondo, sus heridas tardan más en cicatrizar.
ResponderEliminarNi sí ni no, ni siquiera saber si ha recibido los puñales o los besos enviados.
La única metadona... otra flecha, otro clavo que cierre la herida del anterior, aunque siempre quedará la cicatriz.
¿Las flores duermen? ¿Duermen las estrellas?
Gracias por tanta belleza en tan breves líneas.
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Un clavo no saca otro clavo.
EliminarCada clavo es diferente y une piezas diferentes. Porque la madera ya no es la misma, aunque lo parezca. Por eso cada clavo nuevo semeja único y precioso, por suerte.
Por suerte, también, las cicatrices empalidecen con el tiempo. No debe asustar tener cicatrices en el corazón, porque si no se tienen sería como pasar por la vida sin rozarte contra nada ni nadie, en una etérea y aburrida existencia.
Gracias por tus palabras, Vlixes.
Un beso!