jueves, 25 de febrero de 2016

Si me enciendes...





El pacto

Si me enciendes, no aguardes
de mí un lenguaje al uso,
los desgastados ritos del amor,
las consabidas normas,
los burdos reglamentos
que matemáticamente predicen
cómo todo se teje y se desteje.
Si me prendes,
no dejes leña para un día
que acaso nunca ha de llegar,
y arriésgate al juego prohibido
que ignora la aritmética y el cálculo.
No te cubras, no conserves:
organiza tu vida para el fuego.
Este es el pacto: si me incendias,
arde conmigo.

Alfonso Brezmes: Don de lenguas (2015)


viernes, 19 de febrero de 2016

Bragas efecto tanga



 
Braga efecto tanga
Los diseñadores de bragas son hombres. Para mí esto es un hecho, ya os explicaré en otra ocasión por qué lo afirmo. Pero no es de esto de lo que os quiero hablar hoy, sino de las llamadas bragas efecto tanga, un misterio para mí. Porque, a ver, decidme, ¿quién coño quiere llevar puesta una braga que haga efecto tanga si puede llevar un tanga directamente? (o una tanga, nunca he sabido qué género poner a este sustantivo, yo uso el masculino, no sé por qué. La RAE dice que se pueden usar los dos géneros). 

Veo la publicidad y las fotos de esas bragas efecto tanga y me parecen fajas con un cosido trasero que imita los límites textiles de un tanga. Y yo me pregunto ¿a qué viene ese trampantojo? Los tangas no sujetan nada, las posaderas al aire, las carnes bailan sueltas, los cachetes en su natural movimiento. Usamos los tangas por gusto, estética, o a nivel práctico porque así no se marca la tela bajo faldas o pantalones ajustados, incluso porque así no se corre el riesgo de que se suba la tela y se arrugue, enrolle o se meta en la noble división de las nalgas... ejem.




 Pero si los tangas no son de tu gusto estético y esas menudencias te las traen al pairo, ¿para qué usar bragas efecto tanga? Las mujeres que las usan, ¿por qué lo hacen? Dado que son horrendas y si no les gustan los tanga, ¿por qué no usan bragas convencionales? Si es por la sujeción, las hay amplias, resistentes y muy bonitas incluso, sin ese cosido posterior que imita a un tanga; además estas bragas efecto tanga no sujetan para nada las cartucheras (bien se ve en las fotos que ilustran este texto). Entonces ¿por qué los diseñadores han confeccionado esa monstruosidad? Esas mujeres que las ponen ¿quieren hacernos creer que usan tanga?  ¿Piensan que así los hombres notarán ese cosido simulador de la prenda a través de su ropa y deducirán que usan tanga? ¿Quieren creer o piensan que así los hombres se excitarán si imaginan que ellas llevan tanga, pero no quieren la molestia de llevarla en realidad? ¿Es un quiero y no puedo? ¿Son mujeres que aborrecen los tangas pero quieren hacer creer que los usan? ¿Esta conducta es de gente con la cabeza bien asentada? Me lo expliquen. 

¿Soy yo una intolerante textil, una ortodoxa de las prendas íntimas, una terrorista aniquiladora de fajas y bragas efecto tanga?  

He usado tanga durante quince años de mi vida y ya me han aburrido un poco, ahora estoy en fase encajes, puntillas y lencería de calidad pero en braga, brasileira o culotte. 



Pero jamás en la vida se me ocurriría usar una braga efecto tanga. Ni una faja. La carne, si tiene que bailar, ¡que baile, coño!

Uol

El cajón de las bragas
Otras entradas sobre moda, aquí y acá.

domingo, 14 de febrero de 2016

Blanco satén


¿Qué otra cosa se puede decir en el Día de los Enamorados?
Pues eso.



Noches tan blancas,
como blanco satén,
cartas escritas
que se rompen después.
Y la belleza que
siempre ansié con ardor,
me han decidido a decirte, mi amor,
que te quiero,
sí, te quiero,
uooooh ¡cuánto te quiero!

Mano en la mano,
las parejas se ven,
¡cuánto deseo
que así vayamos también!
Mil desengaños
me han venido a contar,
mas lo que siento en mí
no lo puedo callar.
Que te quiero
sí, te quiero,
Uoooh ¡cuánto te quiero!
Yo te quiero.

Noches tan blancas
como blanco satén,
cartas escritas
que se rompen después.
Y la belleza que
siempre ansié con ardor
me han decidido a decirte, mi amor,
que te quiero,
sí, te quiero,
Ooohh ¡cuánto te quiero!
Yo te quiero.
Te quiero.
Sí, te quiero.
¡Cuánto te quiero!
Yo te quiero.
 


Lorenzo Santamaría: Noches de blanco satén.

jueves, 11 de febrero de 2016

La pregunta L


―¿Pero por qué le dijiste eso?
― Siempre se me dio bien quemar las naves tras de mí.

Uol

sábado, 6 de febrero de 2016

Desiderata


Desiderata

Que me sorprenda el sueño
mientras lejos la noche va volcándose
sobre los ventanales;
que en mis manos descanse algún libro querido
apenas empañado
por la lumbre pequeña del calor de las mantas;
y que pueda acordarme de que en ese momento
                                                                 tú te estás
acordando de mí mientras te duermes.


Rodrigo Olay: La víspera.(2014)