jueves, 2 de abril de 2015

Notas de Diario (II)



Distancias

Siento que envío mensajes al espacio interestelar y no llegan, no llegan. Como en las viejas pelis. Mis palabras atravesando galaxias. Y no hay un receptor que las descubra, que las comparta. Que diga, "he aquí una humana necesitada de orejas intergalácticas". Mis pobres palabras enviadas en el fondo de una botella que no consigue atravesar el océano hasta una orilla distante. Bah, Lou, ¡qué más da! Si hablas para ti misma, para no enloquecer, mientras este cuerpo que es tu envoltorio hace su trabajo. Pero la verdadera Lou, como una extraterrestre, vive en tu interior, maquinando, maquinando...
¿Hay alguien más ahí?

Uol

Cuando perdemos a alguien que amamos, nuestro luto también lo hacemos por aquel que fuimos con esa persona, y que sin ella ya no pudimos ser. Un luto por otro siempre es, además, un luto por uno mismo. (Eliane Brum )



6 comentarios:

  1. Llegan, sólo que a veces no sabemos qué responder. Pero los apreciamos, de verdad.

    A veces pienso que debería tratar de escribir un cuento utilizando como punto de partida algún hecho real, pero ni aun así se me ocurre nada. He escrito historietas para el curso de inglés, pero al ser en otro idioma que no domino, la exigencia no es la misma, y lo paso bien escribiéndolas. En español no se me ocurre nada que pudiese resultar interesante. Quizá porque tomo como ejemplos a gente muy imaginativa (Poe, Cortázar, Allen, Borges, Kundera...) y la diferencia es muy aplastante. Tus cuentos son muy buenos. El último, el de las Campanadas de Silos, me encantó. No supe qué responder, pero ojalá pudiese escribir así. Ese en concreto no sería ficticio, pero sé que tienes otros igual de buenos que sí lo son, y ojalá se me diese así de bien imaginar historias.

    Hace unas semanas escribí una de las miles de pequeñas crónicas de momentos de mi vida que a veces me planteo usar como arranque de alguna historia ficticia, y le estuve dando vueltas un rato, pero no se me ocurrió nada que añadir. La historia era ésta:

    Para la nochevieja del 2005 alquilamos entre siete u ocho amigos una casa rural a las afueras de un pueblecito entre Ávila y Madrid. Pero hubo algún malentendido con los términos del acuerdo, porque durante todo el día (con su noche) de nochevieja tuvimos entre nosotros al dueño de la casa, que nos invitó a comer chuletones y se quedó. Y no supimos cómo sacárnoslo de encima. Era como “Venga, tío, que si te quedas no podemos realizar nuestros rituales satánicos habituales, ni ponerte la casa patas arriba y prenderle fuego”. Pero en realidad era él quien nos inspiraba cierta inquietud, no sabías si era para reírte o para temer algo raro. Era un tipo de unos cuarenta años, corpulento y de aspecto medianamente sano aunque con pocas luces, taciturno, bigotudo, con ramalazos de jovialidad, tratando de resultar simpático, pero semejante a un leñador asesino de película cutre de terror. Le bautizamos como “Joey”, aunque sin decírselo.

    Juanjo cogió un ciego demencial, sin manías, y casi destroza parte de la vajilla ante Joey, que lo llegó a pasar mal viendo el panorama, aunque no se quejó. Luego nos fuimos de fiesta a otro pueblo menos pequeño, dejando en casa a ambos, Juanjo durmiendo y Joey a su bola. Colomer ligó antes de llegar al pueblo, durante el trayecto, y por teléfono. Habíamos ido en dos coches. El nuestro había llegado antes al pub, y, tratando de indicarles nuestra situación, le pasamos el móvil a una de las chicas locales que teníamos cerca, que sería capaz de explicárselo mejor, y “surgió”. Yo podría haberme liado con la amiga de esa chica, una hermosa morenaza hispano-alemana, pero hacía mucho frío y sufrí el peor constipado de mi historia. Recuerdo estar sentados los cuatro a la salida de una carpa, a las seis de la madrugada. Colomer y su chica enrollándose, y ella indicándome sonriente con la mirada que besase a su amiga, con la cual hablaba. Pero mi nariz no dejaba de moquear. Me tenía que sonar cada medio minuto como mucho, y no era plan el ponerme a besarla así. Fue una de esas situaciones de mala suerte increíble que ocurrían alguna vez muy a la larga, once in a blue moon.

    Regresamos especulando en broma sobre la violación inconsciente de Juanjo por parte de Joey, o si nos lo íbamos a encontrar esperándonos con una sierra mecánica, en plan Jason.

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    1. Gracias, Cristian. La mar océana es vasta; la esperanza, débil.

      Quizás tu problema con las historias es querer escribir como esos escritores que admiras. No tomes de ejemplo a nadie. Escribe como lo sientas. Cuando uno lee a los grandes (o a los pequeños) va asimilando estilos, formas, estructuras... Todo eso queda como un batiburrillo dentro, y después cada uno regurgita lo que le sale. No hay nada nuevo bajo el sol. A unos les salen genialidades, a otros churros y a la mayoría nos salen mediocridades, pero que nos dan aliento. No quieras imitar, así te desanimas. Yo no quiero escribir como nadie, sólo como yo. Y hacerlo cada día mejor, si puedo.

      Yo a esa historia de Joey... bueno, lo esperable es que sea un espíritu (el cine lo tienes muy presente); lo mejor, caracterizarlo como alguien inesperado. ¡Anímate a hacerlo, escribe su historia!

      Besitos

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    2. Je je je, una historia cojonuda, digna de ser contada. Eso de "...ciego demencial, sin manías" me ha parecido precioso
      Venga, el CFC (Club de Fans de Cristian, de momento Lou y yo, pero ya llegarán miles de groupies) esperamos verla pronto negro sobre blanco y deleitarnos con los detalles.
      Estoy completamente de acuerdo con nuestra común anfitriona, no creo que hayas de tomar ejemplo de nadie.
      A mí también me ocurre que, tras leer algunos post y admirar la certera combinación de las 24 letras disponibles, me siento incapaz de teclear nada, estableciendo imposibles comparaciones entre la belleza de las palabras recién leídas con lo que yo (no) sería capaz de hacer.
      Es, más que cuestión de habilidad o competencia en el manejo de la lengua, una cuestión de atrevimiento, de "echarse p'alante", de obviar el tan marcado sentido del ridículo que nos aplasta por estas latitudes, y que de tantas cosas nos impide disfrutar. Y no cabe duda de que hilvanar una historia, aunque sea con torpes palabras es un disfrute en sí mismo, aun cuando sea para la propia y exclusiva contemplación.
      Miras hacia arriba, a los autores excelsos que citas -entre los cuales está quien tan pacientemente nos presta este espacio para divagar, aunque con su natural modestia califique sus propias palabras como "mediocres" (pelota? bueno, he de hacer méritos para que no me eche de aquí por pesao)-, pero mira de vez en cuándo también hacia abajo. Hay muchos atrevidos con escasas dotes, cuyo atrevimiento sobrepasa la osadía. Vervigracia: yo mismo.
      Y más y peor: Supongo que como todo amante de las letras, a diario te topas con escritos (artículos de prensa, post, libros de toda clase y condición...) no ya mediocres, sino que chirrían en algunos, muchos o todos sus renglones, ya sea por su ortografía, gramática o sintaxis. Y como otros muchos, te preguntarás: ¿Ninguna de las manos (ojos) por las que ha pasado esto antes de salir a la luz ha advertido estas barbaridades, estos atentados a la lengua? O.. ¿Aparte del mendrugo que lo ha escrito, no ha leído nadie más esto antes de hacerlo público, con el riesgo de que caiga en manos de menores y empeore su ya desastroso lenguaje hablado y escrito?
      Y ahí los tienes, publicados ¡con dos cojones!

      Repito: Me gustaría leer esa historia completa. El moqueo te impidió en su día "consumar" lo que tan bien apuntaba, pero aun en el improbable caso de que siguieras resfriado 9 años después, no te impediría contarnos que ello no fue un problema para disfrutar se una noche de lujuria y desenfreno; o sí, y ella al llegar a vuestro RRR-romántico-refugio-rural prefirió al leñador bigotudo a tus mocos, o a los dos, tomando de cada uno la partes más sanas y suculantes, o al ya librado del ciego sin manías, fresco como un verdulero a vuestro regreso, o..., o...
      Todas las posibilidades se encierran en tu puño. Una vez la pluma vaya deslizándose sobre el papel, o los caracteres en la pantalla, seguramente los personajes hablen por sí mismos y escriban la suya propia, tú sólo serás su escriba.
      Luego un repaso, lijado y pulido, y ¡hala! palabras al viento, al ciberespacio, a encontrase las de Lou y otros grandes autores.
      diosssss... qué rollo! Gracias por vuestra paciencia. Porque dada vuestra educación, sé que lo leeréis hasta el final, aunque murmurando: Este, ¿qué desayuna?
      Disculpadme, espero que al menos sonriáis alguna vez.
      PD: Consejos doy que para mí no tengo. En distintos lugares -la cabeza el más poblado entre ellos- duermen y sueñan ideas, bosquejos, apuntes, historias en distintas fases de desarrollo que por distintas razones remolonean, se resisten a abandonar su limbo y volar.
      Como decía el entrañable y perdido "Cifu": Besos, abrazos y carantoñas para ambos.
      Y un millón de gracias por aguantarme

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    3. ¿Sonreír? ¡Me he partido la caja!
      Muchas gracias, Ulyses. Siempre tan amable y genial. Me pregunto qué desayunas, pero para empezar a tomarlo cada día. Tienes estilazo.
      Escuchaba a Cifu algunas noches en el trabajo. Es una gran pérdida.

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  2. Las que nunca llegarán son las palabras no pronunciadas ni escritas, las que guardemos dentro.
    Como Cristian, hay veces que me es imposible añadir algo a lo leído.
    Por distintas causas, ya sea por las propias palabras, por circunstancias internas o del momento -no siempre interpretamos las mismas palabras de igual modo- un texto me deja mudo, o que considere una osadía añadir algo.
    Besos

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    1. Gracias, Ulyses, por preocuparte por mí. Y gracias por compartirme en Google+ y por apoyarme desde el principìo. No hace falta que comentes en cada ocasión, ya lo sabes, pero tus palabras siempre me saben a maná.
      Bicos de pascuas calurosas!!!

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