domingo, 25 de mayo de 2014

Desconcierto


-¡Pero si estabas tan enamorada...!

- He descubierto que es un corrupto.




(Desconcierto: s.m. Estado de ánimo de desorientación y perplejidad)

Uol 

jueves, 22 de mayo de 2014

Impotencia



La voz, mi voz, mi voz oculta. 
La vida tan hermosa, tan salvaje, tan inhóspita, tan frustrante, tan inesperada, tan misteriosa la vida.

¡Oh, Dios!, ¡cómo me gustaría poder escribir ahora mismo algo grandioso, majestuoso, bestial, brutal, excelso para acompañarlo de esta música!, ¡Oh, Dios!

Uol

Música: Ederlezi by Goran Bregovic 


 
Verbena balcánica: Underground Cajesukarije Cocek:

martes, 20 de mayo de 2014

Alguna vez



 ALGUNA VEZ


Luego asoma a mi labio otra sonrisa
máscara del dolor,
y entonces pienso: -¡Acaso ella se ríe
como me río yo!

G.A.Bécquer

A veces, cuando sueño,
vivo las vidas inacabadas
que no tuve con alguno de ellos.
Y disfrutamos los viajes
que planeábamos hacer;
erigimos nuestra casa
en el campo o en la playa,
en la vega o en la montaña,
con perro o sin él.

En esos sueños repetimos
los pequeños rituales de cada uno,
seguimos
con nuestras anodinas vidas,
no hay interrupción,
no hay giro y quiebro.

¿De qué me quejo, pues, si tengo
esta vida y la que no llegué a vivir?

Me pregunto si ellos alguna vez
sueñan conmigo
y con esas otras vidas posibles
que no tuvimos.


Uol 

La niña Kizette durmiendo (1933) by Tamara de Lempicka

jueves, 15 de mayo de 2014

Sexual coach



Querida señora Francis, dos amigas mías, de diverso carácter y pelaje, han decidido en cuestión de dos meses -y por separado- montar un negocio de entrenamiento sexual, o coach sexual.

Sexual Coach
Lucía se acaba de divorciar. Hace tres años nos contó que llevaba doce meses sin follar con su marido (no sabemos si con algún no-marido lo hacía). Después dejó de hablar del tema. No creímos que hubiese sido porque se solucionase el asunto, sino porque le daba vergüenza ante si misma aplazarlo y aparcarlo, ya se arreglará, es un bache, él cambiará, yo cambiaré, ellos cambiarán. Toda una conjugación verbal que acabó en el participio rematado. 

Noa, en cambio, no está divorciada. De momento no se ha casado. Es más joven, dinámica y aventurera que Lucía. Ellas no se conocen más que de oídas. Son amigas mías por diferentes vías. Noa siempre arrastra la etiqueta de "inestable". Los novios le duran poco más de un año. Ella alega que se cansa de poner más carne en el asador que ellos. Las colegas opinan que es muy exigente y una tarambana. A mí no me parece raro cambiar de rumbo si la nave no va ni a motor ni a vela y una se agota de remar, y decide desalojar la barca.

Pero al grano, doctora Francis, el hecho es que las dos han montado un negocio de coach sexual. Y yo, que sólo soy una observadora de la vida, me pregunto en mi supina ignorancia, ¿es que la gente necesita que le enseñen a follar? Porque yo siempre he pensado que eso se aprende con la experiencia, con el clásico ensayo-error.

¿De qué me sirve que el coach me diga introducir un dedo en el ano de tu pareja es altamente gratificante, si cuando me aproximo a la zona noto bloqueo en el susodicho y apertura desorbitada de sus ojos? Pues yo, sin coach de por medio, hago lo razonable, me aparto de la zona y me desvío a otras más placenteras, ergo, lección aprendida con este maromo.




¿De qué me sirve que me digan morder el glande de tu chico lo pondrá en órbita, si cuando lo hago el pobrecico tiembla y me mira con espanto? Pues nada, yo aprendo y no lo hago. ¿Que gime y ronronea? Pues sigo. ¿Que no? Pues a otra cosa y tan ricamente, que lo que se trata es de gozar, no de pasar de la A a la Z del diccionario sexual quieras o no porque lo dice el manual.

Supongamos que Luís va a las clases esas. Y le dicen que a las mujeres les excita muchísimo que les pellizquen los pezones y se los mordisqueen. Y un día liga conmigo. Pero a mí que me machaquen los pezones me da repelús y si siento presión de dientes, me entra la paranoia de la amputación y él, si es listo y quiere aprender (ensayo-error), se dará cuenta -mi mano en medio- de que, o baja la intensidad a puros lametones, o el rollo se detiene en seco. Ha aprendido. Y en otra lid verá que la moza se desgañita con los mordiscos y pensará a ésta sí le gusta,  y obrará en consecuencia. Así es como se aprende, me parece a mí, doctora Francis. Porque las variables son infinitas, y lo que a mí me gusta, a otra no. Y lo que a él le pone, a otro no. Y de ahí vienen las frustraciones, que te han calificado con matrícula de honor en la materia Caricias eróticas, I grado (20 créditos) y suspenso en la vida real. ¿Y a quién reclamas? ¿Te devuelven el dinero del curso?


Sexual coach


¿Y qué pasa con las mujeres que sólo han catado un hombre? Ésas que se casaron a los veinte y su madrina les regaló un bono del cursillo Cómo cuidar de tu esposo, y en el capítulo "Sobre los deberes conyugales" pone esto y lo otro; y nada -o parte- fue así  y las pobres se preguntan ¿qué es lo qué falló? Ay, qué dudas, señora Francis, porque es que yo no me veo en un taller mientras la profe me dice, cierra los ojos, deja que tu compi, el calvito tímido de la esquina, te acaricie las corvas; ahora tú tócale ese nabo blancuzco... Pues no, no me veo ¡con lo sabroso que es el tropiezo furtivo de los cuerpos inesperados, desconocidas aún las pieles, cuando todo aún es posible!



A mí esto del sexual coach me recuerda a la peli (¡ay, Barbra Streisand, últimamente te tropiezas conmigo!) Los padres de él (Meet the Fockers), donde la Streisand era terapeuta sexual de la tercera edad (¡qué divertida ella dando clases!) y ponía a todos de los nervios con sus sugerencias, bien se veía que se había quedado colgada en los años 70. La película es del año 2004, ¿no es un poco tarde ya para este asunto? ¿No ha pasado de moda como negocio lo de los talleres de sexualidad? Los jovencitos huyen de lo académico como de la peste y el resto preferimos aprender solos.

Los padres de él (Meet the Fockers)

En fin, no me hagáis caso, yo soy una de ésas que vaticinó que los centros comerciales, que proliferaban como setas en mi ciudad, no tendrían éxito... y se han convertido en parques temáticos de fin de semana. ¡Ojo que tiene una! :-P

Uol

domingo, 11 de mayo de 2014

Curiosidad



―... y entonces me acojoné.
― ¿Pero por qué?
― Me dijo que sentía curiosidad. Curiosidad. ¡Ella! ¡Curiosidad en la época del
 !

Uol 

Curiosidad: s.f. Deseo de conocer lo que no se sabe.
Según Uol Free, dícese de la necesidad de establecer contacto para corroborar las expectativas originadas por una  atracción del intelecto.

He decidido añadir un vídeo a esta entrada (el final es algo merengue, pero la idea está clara:)

martes, 6 de mayo de 2014

POST- IT



Tenía un paquete de post-it amarillos y con ellos le enseñaría el camino. Él era mi caballero andante y rendiría su espada ante mí, o me la entregaría o me la ofrecería, daba igual, pero era para mí. Ya sé que pensáis que ni caballero andante ni gaitas ni qué niño muerto, pero qué, ¿me lo vais a discutir? He dicho que era mi caballero andante y no hay más que hablar. Mío. A mi servicio, igual que en plena época del amor cortés, y en eso estábamos, en pleno cortejo amoroso. Yo creía entonces que planificar una velada amorosa con fanfarria, cascabeles y toda la parafernalia era algo que hacían todas las parejas, y, enamorada como estaba, perduraría  per saeculan saeculorum, amén. Resultó que no, y ojalá lo hubiese aprendido antes, o mejor que no, o me hubiese perdido yo toda una serie de veladas planificadas con fanfarrias y cascabeles y velitas y aceites, y a estas horas estaría resentida por no haber gozado de tales festejos, una amargada, hablando en plata.

Así que allí me hallaba yo, con el mazo de post-it en una mano, el rotulador en la otra y la cabeza pergeñando qué escribir en los cuadrados amarillos, mientras mi cuerpo ya respondía solazándose de lo que se avecinaba. ¡Ay, este cuerpo mío siempre de avanzadilla! El cerebro ordenando a la vanguardia adentrarse en territorio del ensueño, a la tropa asegurar posiciones hilando sensaciones, advirtiendo a la retaguardia que se espabile para no perder el rancho.

Mi caballero andante tendría que superar unas pruebas si quería cobrarse el premio, eso estaba claro. Y el premio era yo. O no, no no no no no. El premio era que la dama rindiese su corazón al caballero, que ella, o sea yo, anudase mi cinta a su lanza; yo, su estandarte, su emblema, su gonfalón, su pendón, ¡uy, pendón!, bueno sí, qué coño, su pendón, también eso. Ya os he dicho que era yo entonces una joven enamorada y entregada, que hasta planificaba veladas con mucha fanfarria y cascabeles y atrezzo y velitas perfumadas y ungüentos y jengibre cual hurí del jardín de las delicias. Y ahora estaba con los post-it en la mano pensando qué órdenes escribir a mi caballero para que subyugase a la dama, o sea a mí,  me yo conmigo.



El caballero desciende del corcel en las estribaciones de la cordillera que, cual mujer tumbada, aparece accesible pero retadora ante su vista. Contempla al fondo las cumbres, las vaguadas, quién sabe si se halla alguna laguna escondida a la vista. El caballero, mi caballero, saca yelmo con cimera, que es él muy pavo, y ante los pies de la sierra exclama "Pueda yo alcanzar cumbres tan elevadas y clavar mi espada entregada". El primer post-it lo pego en mi pie derecho El caballero avanza a pie y bebe para tomar fuerzas en las pocitas que allí manan. Él besa los deditos de mis pies, lo ha comprendido perfectamente, mi cuerpo se estremece; pasa la lengua por el empeine, rodea el tobillo y asciende muy lentamente. El post-it ha volado por los aires, dinamitado, y  mi caballero ha avistado a lo lejos una nueva banderola que reclama su atención. Está adherida a mi rodilla. Subir la montaña ha supuesto empeño, y alcanzada esta primera cumbre, El caballero se inclina y, dando gracias al cielo, besa el suelo. Sus labios hacen ventosa en mis rodillas, me hacen cosquillas, me mordisquean. Plantado allí, ve mi caballero la vega que allá abajo verdea frondosa y húmeda, y se le enciende la mirada y se propaga el fuego. El descenso es rápido, va ligero, pero la quebrada lo desvía cual desfiladero a un lateral, y por allí hace sus descansos ronroneando y frotando el cabello negro de su hermosa cabeza contra mis ingles después de leer El caballero cepilla el caballo y le da de beber. Pero es pronto para que un semental tan joven esté cansado, y el caballero decide curiosear en la laguna. Por su cuenta y riesgo se asoma al manantial, pero pegado en el interior del muslo descubre una nueva misiva Tente, insensato, quien bebe de esta fuente ya nunca dejará de asomarse a su brocal. Tengo sed, dice, y se asoma al abismo. Y bebe. Y bebe. Y vuelve a beber. Y la laguna se hace más húmeda, más profunda y brotan arroyuelos que impregnan las tierras bajas. Y las fallas internas comienzan su lento pero inexorable camino hacia el derrumbe de la cueva. Más el caballero alza la vista y ve a lo lejos otro valle y unas suaves colinas. Allá encamina sus pasos.

Un suave otero le permite contemplar el panorama. Subido al caballo, majestuoso y altivo, distingue una pocita diminuta. Trota alegre el corcel, que hociquea en el hoyo. La lengua entra y sale del ombliguito y las sensaciones provocan una suave marea, llanura ondulante y gozosa.



Y brotarán de los volcanes nubes piroclásticas que aturdirán al caballero, pero de su persistencia dependerá que florezcan nenúfares de ensueño.  Y mi hombre se encarama a mis senos y su calor y su aroma lo perturban, lo aturden, puro flujo volcánico, colada piroclástica que le quema el rostro. Mas persevera con sus labios y nacen de las montañas dos perfectas frutas rojas que él saborea con tanto ardor que los volcanes se tambalean y amenazan con una nueva explosión. Previsto está que la lava queme su lengua, pero avista un nuevo post-it en el cuello que él arranca de un bocado.  


Si hasta aquí habéis llegado, sabed, caballero, que casi habéis coronado. Saciad vuestra sed en este pozo, que de la gloria os halláis a un paso. Desciende mi amante ávido hasta mi boca y bebiendo me da de beber, pues es aljibe que se renueva si la polea canta. Mi tesoro, señora, mi tesoro, me susurra en la oreja. El tiempo apremia. No existe el tiempo para los que aman, le digo, pero comprendo sus ansias. También mi capa freática va en aumento, acuífero que se desborda, manantial imparable. Y para allá que galopa mi caballero, libre y ardiente, loco y fiero. Y espada en mano, ante tórrida gruta desciende. Quien en esta cueva entra, no una sino mil veces se adentra, siempre incandescente y siempre tributo deja con su simiente. Y mi amado penetra al llamado del tesoro, que brilla ígneo y reluciente. Y tal como vaticinaba la leyenda amarilla, entra y sale, sale y entra, provocando nuevos quiebros en las fallas subterráneas, desmoronamientos de sucesivas placas, destrucción volcánica que nos aplasta, que nos arrastra en rugidos violentos.



Mi caballero se deja caer sobre mis pechos, los nenúfares apuntan al cielo. Busca en mi boca la humedad que no halla en ellos. Mi tesoro se ha quedado dentro, me dice. Más tarde, a por él regreso. Me río, niña feliz, juguetona, relamiéndome, pues sé que buscará una y otra vez incansable su premio. Quedas nombrado caballero, le digo. Y tú mi dama, dice antes de ocultar  su rostro en el hueco de mi cuello.



El suelo es un manto amarillo de post-it, despojos de una feliz batalla. Sujetos con una goma los vi un día, dentro de una caja.

Uol