domingo, 30 de marzo de 2014

Laca



Él era muy detallista. Se fijó en el frasco de laca que había en el armarito del cuarto de baño.

―¿Desde cuándo te echas laca?―le preguntó sorprendido.

A ella se le empañaron los ojos.

―No... es  que su olor me recuerda a mi madre.

 Uol

miércoles, 26 de marzo de 2014

Posesión



Posesión en el sueño
Ven
Amado

Te probaré con alegría.
Tú soñarás conmigo esta noche.

Tu cuerpo acabará
donde comience para mí
la hora de tu fertilidad y tu agonía;
y porque somos llenos de congoja
mi amor por ti ha nacido con tu pecho,
es que te amo en principio por tu boca.

Ven
Comeremos en el sitio de mi alma.

Antes que yo se te abrirá mi cuerpo
como mar despeñado y lleno
hasta el crepúsculo de peces.
Porque tú eres bello,
hermano mío,
eterno mío dulcísimo,

Tu cintura en que el día parpadea
llenando con su olor todas las cosas,
Tu decisión de amar,
de súbito,
desembocando inesperado a mi alma,

Tu sexo matinal
en que descansa el borde del mundo
y se dilata.

Ven
Te probaré con alegría.
Manojo de lámparas será a mis pies tu voz.

Hablaremos de tu cuerpo
con alegría purísima,
como niños desvelados a cuyo salto
fue descubierto apenas, otro niño,
y desnudado su incipiente arribo,
y conocido en su futura edad, total, sin diámetro,
en su corriente genital más próxima,
sin cauce, en apretada soledad.

Ven
Te probaré con alegría.

Tú soñarás conmigo esta noche,
y anudarán aromas caídos nuestras bocas.

Te poblaré de alondras y semanas
eternamente oscuras y desnudas.


Eunice Odio: Los elementos terrestres (1948)

sábado, 22 de marzo de 2014

Primavera



Reconozco que la primavera y yo mantenemos las distancias. Quiero decir que me encantan los días más largos, el sol cálido, la ropa clara y ligera, los paseos y mis carreritas entre mimosas. Pero al tiempo siento sueño a todas horas, me fallan las fuerzas sin saber por qué, me desvelo por la noche y mi mano acaba con tendinitis por... bueno, por eso (suerte de los inventos con pilas o acabaría con graves problemas en la diestra). 

Pese a todo tengo suerte, pues ni sufro alergia al polen ni me salen granos (nunca me han salido y ya no me saldrán, ¡snif!)

La primavera está aquí y este año he decidido dar gracias por sentirla una vez más, y esto es importante, quién me dice que la próxima estaré presente  para experimentar de repente un día que los jerseys de lana me dan calor, que ya no soporto los fulares en el cuello y que debo echarme protector solar en la nariz.

Y las flores, son importantes las hermosas flores blancas, las flores silvestres, las humildes flores que me recuerdan que la vida sigue.

¿Es patológico sentir que uno vive en perpetua primavera?

Uol 





Flores silvestres

Flores silvestres

Amapolas

La primavera a mis pies




martes, 18 de marzo de 2014

Porfía


―Venga, anda...
―No, no empecemos...
―Sí, anda ―se frota.
―¡No empieces, no empieces! ―advierte.
―Si yo sé que te gusta, anda... ―arrima su cuerpo, se frota, sus manos acarician su trasero, lo amarran.
―Uy, uy, uy ―vuelve a amonestar.
―Anda, mira cómo voy...
―Mira que eres...
―Anda, no te resistas, si lo estás deseando.
―Jajaja, me buscas las cosquillas.
―No, busco esto ―y lo besa mientras le agarra el paquete―. Anda, anda... ―pide gimiendo.
―Siempre lo consigues, me pones tonto.
―No sé por qué te resistes tanto.
―Será que me gusta que me vuelvas loco. 

Uol 

Porfía:  Empeño e insistencia en una acción para cuyo logro se halla resistencia.

viernes, 14 de marzo de 2014

Vanidad



POEMA Y REFLEXIÓN

SI UN DÍA ME OYES

Si un día me oyes 
—después de una noche 
en la que he resultado ser 
encantadora: 
de esas mujeres que beben 
y se ponen graciosas 
contando anécdotas 
de bares y ácidos y viajes 
y camas y cabrones 
con el pelo despeinado 
para mejor 
y el carmín corrido 
como si viniera 
de morrearme en el baño 
con el tío más guapo 
del garito— 
si un día 
después de una de estas noches 
en las que ejerzo 
de encantadora de serpientes 
al despedirme 
me oyes decir 
que sólo soy un fraude 
compadéceme: 
los adictos a los aplausos 
también necesitamos testigos 
cuando nos quitamos
el maquillaje

Ana Pérez Cañamares: Alfabeto de cicatrices


VIVIR PARA EL APLAUSO...

Vivimos para el aplauso, incluso los que dicen huir de todo reconocimiento. Incluso los que ejercen la misantropía, incluso los huraños, eremitas, anacoretas de las redes,  los tumbaos, los que se apartan. Todos, todos ellos también viven para el aplauso. Porque el aplauso puede ser  ―y en muchos casos, lo es― mental e íntimo. El aplauso que te dice, claro que sí, eres especial, eres único, eres de lo mejorcito. Si los demás no te comprenden es que no saben, qué saben ellos, son ignorantes de tu esencia, de tu ser, de lo que te bulle por dentro. ¡Qué saben ellos de tus emociones, de tu motor, de tus sentimientos, de tus motivaciones! 

Buscamos incesantemente el aplauso, aunque sea el aplauso interno, el que tu cerebro ―o tu corazón, o cualquier otra víscera― necesita. El aplauso que nos justifica, que disculpa nuestros errores; el aplauso que distrae nuestra conciencia, que hincha nuestro orgullo, que borra los contornos de las faltas, los tropiezos, nuestras infracciones.

Aplausos, vanidad.

He conocido a personas llenas de vanidad, que ni disimulaban ni lo pretendían; orgullosos de llevar su nombre por bandera, aunque ésta estuviera llena de mierda. Vanidad.

He conocido a personas que esconden sus éxitos como si fuesen manchas, cagarrutas en su hoja de servicios. ¿Por qué? ¿No es eso también una forma de vanidad?

He conocido a personas que hacen de su generosidad y humildad la mayor de las vanidades.

Todos, todos estamos llenos de vanidad, buscando el aplauso, ya sea rastreramente, de forma abyecta; o huyendo de ella y cayendo directamente en el engreimiento, envanecidos y soberbios. 

Aplauso. ¿Por qué lo necesitamos? Ya sea de nuestros congéneres, ya sea de la historia, ya sea de la parte más oscura de nuestro cerebro. Aplauso, negándolo estamos certificando, apuntalando su existencia. Aplauso, necesidad de reconocimiento, de diferenciarnos, de despegarnos de la masa, de individualizarnos, de destacar. ¿Nos hace esto distintos de los animales? ¿Hemos sublimado el instinto de supervivencia a través de la vanidad? ¿Lo que era un rasgo necesario para ser el elegido y perpetuarse ha derivado hacia el ansia de ser admirado? Aplauso. Vivimos para el aplauso.

Hasta cuando nos decimos corrientes, estamos plenos de vanidad.

Vivimos para el aplauso. 

Uol


Música: Vídeo subtitulado al español de  Applause by Lady Gaga.





Vanitas vanitatis, latinismo: Su significado es Vanidad de vanidades. Proviene del libro bíblico Eclesiastés y viene a significar que el hombre se mueve sólo por vanidad, por querer superar a Dios, olvidando que es un ser mortal y finito.

lunes, 10 de marzo de 2014

La braga



Ella no tenía culpa de que su dueña fuese una fetichista y una supersticiosa. Pero aquí estaba, arrinconada y sin usar, y todo porque le tocó ser LA braga que tenía puesta aquel día. Y sólo por eso, después de lavarla, la empujó al fondo del cajón y allí se quedó, esperanzada al principio, y más tarde alicaída y triste por no volver a rozar sus tibias carnes, sin recoger sus humedades cálidas, sin percibir su aroma, a veces claramente  a hembra en celo. Y todo porque era la que llevaba puesta cuando él la llamó y pasó aquello.

Vale que la dueña estaba mohína y con opresión en el pecho hasta que recibió aquella llamada; vale que ella percibió su inquietud, sus movimientos pélvicos, ese esponjamiento que se producía unos centímetros más arriba; vale que lo presintió. Pero nunca, nunca hubiera pensado ella que la desterrara junto a la braga roja que se ponía de año en año en la noche más vieja. Y aunque se sintió orgullosa y satisfecha cuando fue testigo de aquella explosión, de aquel retorcimiento que la hizo arrugarse y empaparse; aunque en aquellos instantes se sintió la braga más afortunada del mundo, ahora se sentía frustrada; ahora añoraba su estatus inicial, la de braga cotidiana, común, de diario, ni siquiera pertenecía ella a la categoría de las ocasiones excepcionales, la de las veladas planificadas, cuidadas. Ella era una braga sin pedigree, sin etiqueta de marca, sin marchamo exclusivo, sólo tenía unas hermosas florecillas bermejas bordadas; nunca estuvo en el cajón de las ocasiones especiales. Con esas bragas, las selectas del primer cajón, sólo coincidía en la tina de lavado, al menos la mujer la lavaba con sus propias manos y no iba a parar a la lavadora con toallas, pijamas  y camisetas. Por suerte, ella nunca estuvo en el cajón de la ropa deportiva. A ella no le tocaba llenarse de sudor sobre la bici. Había tenido esa suerte. Y sin embargo, ahora estaba desterrada, y todo porque la mujer la llevaba puesta cuando habló con él por teléfono. Y las cosas que él le susurró, la cosas que le dijo, lo que aventuró que le haría, le hicieron estremecerse, humedecerse, llevar su mano derecha a la entrepierna, acariciarse por encima de ella, por debajo de ella, pellizcarse, rozarse, frotar el clítoris, suave, fuerte, suave, intenso, hasta que se corrió con las palabra de él en la oreja, y ella -venturosa- absorbió sus líquidos hasta que la mujer introdujo los dedos en la cavidad húmeda. Y la notó satisfecha, estirándose después como gata ante el fuego. Ella había sido la afortunada, porque sí, por casualidad. Pero a la dueña a veces le patinaba la azotea. Y ahora, sin premeditarlo, bien lo sabía, la había abandonado al fondo del cajón. Y envidió sin disimulo -¡quién lo hubiera dicho!- a las bragas del tercer cajón, las de algodón 100%. Al menos ellas eran usadas varias veces por semana y cubrían con regularidad  sus partes pudendas. 

Suspiró  imaginando ya el momento en que la mujer cualquier día y por casualidad, semanas o meses después, la redescubriera. La veía fijándose de nuevo en ella y cómo la tomaba, cómo sonreía risueña, acaso melancólica, acaso satisfecha. 

Mientras, la eterna espera.

Uol

Bragas