sábado, 1 de noviembre de 2014

La muerte





Pienso mucho en la muerte. Y envidio a los que nunca piensan en la propia. Porque yo pienso en la muerte en general, pero en la propia en particular.

¿Qué se siente? ¿Por qué la carcasa cede? ¿Duele? ¿Duele dejar de latir el corazón? ¿Duele dejar de ver, de oler, de oír? ¿Por qué me aterra pensar que mi cuerpo no sentirá ya nunca más?  La muerte con su no-sentir.

¿De qué me sirve el Más Allá? No hay consuelo. Como ser biológico, no creo en el Más Allá. Como ser imaginativo, pienso a veces en otra vida diferente, no terrenal, pero se me escapa, porque no tendré cuerpo con que sentir. ¿De qué me sirve una vida si no sentiré? Los creyentes dicen que se sentirá de otra forma, algo como una conexión espiritual, una satisfacción de tipo mental, una energía, la gracia de Dios. ¡No me digáis que eso y el Cuarto Milenio no vienen a decir lo mismo! (No se me ofendan los creyentes, he tenido una educación cristiana y no me deshago de ella por más que lo intento, ya es inútil, así que me rezarán responsos, si es que alguien se acuerda de mí en ese momento). Pero si la satisfacción es mental -y si en esa cosmovisión paradisíaca me toca el premio-, ¿de qué me sirve? Yo ya siento mucho con la mente, y la verdad, sufro más que otra cosa, ¿me va a tocar también padecer en ésa otra vida? Dadme un cuerpo para sentir, unos labios que rocen otros labios; dejad a mis yemas seguir la línea de una cintura, dejad a mis ojos clavarse en unas pupilas, dejad a mi lengua saborear otro cuerpo.


De niña vi la muerte.
Una niña muerta. En su caja expuesta. 

De niña vi a una niñita desconocida enferma de muerte. En una camita de un viejo hospital, solita.

De adolescente la muerte pasó a mi lado y no me llevó porque no me subí a aquel coche.

Y ahora temo a la muerte. A la soledad de la muerte. Al horror de la muerte, al dolor de la muerte, a la separación del cuerpo y el alma; a la despedida de los seres amados. ¿Hay algo más cruel que destinarnos a la extinción? 

Juguetes viejos, rotos, en unas manos aburridas. Eso somos. Ahora me canso y los tiro. Como un niño caprichoso que se harta de los viejos juguetes y los rompe contra el suelo. O con suerte los olvida debajo de la cama y envejecen olvidados de todos. Centenarios de los que la muerte se olvidó, porque ignora su existencia. Y llegan nuevos juguetes ante la despótica criatura. Y en ocasiones da igual que estén nuevos y relucientes, los desarma, los rompe, y hasta parece que eso duele más, porque apenas han tenido vida. Estamos en manos de un crío caprichoso. ¿Qué me tocará? ¿Cuál será mi suerte? ¿Llegará a jugar conmigo? ¿Me sustituirá pronto? ¿Acabaré arrumbada en una esquina?


Aquellas niñas que yo vi. Aún las recuerdo. No fui consciente del miedo entonces. Éste llegó mucho más tarde, sin avisar, con sus garras y colmillos hirientes. Y ya no se ha ido. Ya no se irá. El miedo a la muerte. Por siempre. Hasta nuestro encuentro final.


Uol 
De la misma temática puedes leer  Óbito   y  Tánatos y Halloween.  Quizás también sea de tu agrado El féretro. O Tiempo.  De la muerte también trata La sala de espera.

17 comentarios:

  1. Vuestras visitas ya superan las cien mil. Gracias por acercaros hasta esta orilla. Y gracias a todos los que dejáis huellas en ella.
    Bicos a tod@s

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    1. Enhorabuena por tus primeras seis cifras!
      Es un honor ser un granito de arena en esta playa.
      Bicos

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    2. Paja a paja... se hace un pajar (viene más a cuento que granito a granito jajajajaja)
      Gracias a ti por participar tan activamente.

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  2. No me gusta este post, solamente por el tema del que habla, debo ser un inmaduro que aún se acojona al pensar la muerte...
    Besos!

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    1. La única manera de exorcizar este miedo acerbo es hablando de ella, de la muerte. Ya ves que yo lo hago a menudo-
      Bicos valedores!

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  3. Es curioso. Yo no temo a la muerte. Temo a la mala vida. Tampoco quiero vivir demasiado. Me gustaría dejar este mundo sin molestar, como me gusta vivir. Pero me han parecido muy interesantes tus reflexiones.
    Besos.

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    1. Debes ser de las pocas personas que no temen a la muerte.
      La vida puede ser muy jodida, sí, ¡pero cómo nos aferramos a ella! Ni los centenarios se quieren ir.
      Todos queremos marcharnos sin dar trabajo, dormiditos en nuestra cama y en silencio... pero eso se ve cada vez menos. La medicalización de la muerte es extrema, rigurosa y casi ineludible.
      Bicos!

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  4. Creo que ya lo dejé en alguna otra de tus entradas sobre este tema: Si algo en esta sociedad aún más tabú que el sexo, es la muerte.
    Convivimos a diario con muertes lejanas desgranadas en los noticiarios, pero es raro hablar de nuestros pensamientos, inquietudes, temores respecto a la propia o de seres cercanos.
    Como con otros muchos asuntos, lo solucionamos con un "día internacional de.." en este caso sin título pero adoptado de hecho, y reducido últimamente al precio de las flores, los atascos en los accesos a cementerios y al empalagoso jalogüin.
    Pocas personas comparten públicamente sus miedos y angustias como a menudo haces, lo que yo particularmente te agradezco por la posibilidad que me da de cotejar los míos con alguien; y al menos tengo la constancia de que no soy el único que piensa en la parca a menudo.
    Besos

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    1. Muchas gracias, Vlixes.
      Hablar me ayuda a sacar los miedos. Espero que a ti también te ayude.
      Bicos!

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  5. Siempre me he planteado estas cosas, y me preocupa más el dolor del momento de morir que el posterior no sentir. Dejar de existir, no tener cuerpo ni mente, no puede ser ni bueno ni malo. Simplemente no habrá placer ni dolor, ni ningún tipo de percepción, ni frío ni calor, ni alegría ni tristeza, ni aburrimiento. Ni pensamientos, ni recuerdos, ni preocupaciones, ni reproches, ni remordimientos, ni complejos. Si no he entendido mal, para los budistas, eso es el anhelado Nirvana. Romper el "ciclo de las reencarnaciones", que te mantienen atado al sufrimiento inherente a la vida. No más deseos ni miedos. Ellos lo ven como algo positivo, ya que la vida es dura. No es lo mejor que puedo desear, pero puede haber momentos en que desee algo así. La mayor parte del tiempo que pasamos dormidos no estamos soñando nada, y habitualmente al despertar nos da pereza abrir los ojos y levantarnos.

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  6. Desde luego, lo que asusta es pensar en el final, es lo que provoca angustia y miedo. El momento... bueno, si estás medicalizado no te enteras de nada, la sedación ayuda.

    El nirvana me parece algo insulso. También para los cristianos la Tierra es un Valle de Lágrimas, pfff.

    Si te mueres dormido, desde luego no te enteras. Lo saben bien quienes han sido anestesiado para una operación. De fallecer en ella, no lo sabrías. Los nervios son previos. Me anestesiaron una vez y soñé. ¿Habría seguido soñando si hubiese muerto? ¿Sería una muerta que sueña que está viva y anestesiada? Mejor me voy a echar la siesta, ¡ay, no, que tengo que trabajar!
    Bicos, Cristian, ¡siempre me haces pensar!

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  7. Quizá tiendo a agarrarme demasiado fuerte a lo que considero "la lógica". Nunca tendré hermosas fantasías literarias como las tuyas ("¿Sería una muerta que sueña que está viva y anestesiada?"). Me quedo con que no hay ninguna sensación posible tras la muerte, porque los sentidos pertenecen al cuerpo físico. Nervios y neuronas son como los circuitos de un ordenador. Transportan información que permite y produce los procesos mentales. Si los circuitos se rompen, o se disuelven, no hay pensamiento, ni percepción posible.

    Pero, aunque me parezca imposible que sucedan ciertas cosas, sigue siendo hermoso que no se tenga la certeza sobre ello. Lo fantástico enriquece la vida, emociona. Siempre soñaré con llegar a escribir un cuento como "La noche boca arriba" de Cortázar, o "Eleonora" de Poe.

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    1. Tu lógica es aplastante y necesaria. Es la fantasía literaria, como tú dices, la que uso yo como válvula de escape, para esquivarla, por pura necesidad.

      Me ha encantado el cuento de Cortazar, que no conocía. Temática usual, la del sueño invertido, inquietante siempre.
      Bicos!

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  8. Que interesantes la relexiones de vuestro diálogo, Cristian-Uol !!
    Sí, hablar ayuda, pero como dije en mi anterior comentario, no es fácil encontrar con quién para estos temas.
    Estos intercambios es la única conversación que he encontrado en mucho tiempo.
    Y muy enriquecedora, por cierto.
    Gracias Uol, gracias Cristian.
    Un abrazo

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    1. Sabes, Vlixes, que aquí tienes un foro donde hablar de este tema, y de los que quieras, claro.
      Gracias de nuevo por tus amables palabras.
      Bicos!

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  9. Me encanta la reflexión y los paralelismos, Uol. A mí lo único que me da miedo de morir es que no me dé tiempo a hacer todas las cosas que deseo hacer, a desplegar todo mi potencial humano. Eso me ha llevado a vivir una vida bastante intensa y a cometer errores garrafales. Todo sería mucho más sencillo si la muerte no estuviera rondándonos constantemente, pero entonces quizás la vida no tendría tanto misterio. Abrazos!

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    1. Gracias por comentar, Angelou.
      Yo nunca he querido abarcar demasiado, pero, eso sí, no me he constreñido a lo que se esperaba de mí.
      He vivido bien.
      Me he levantado varias veces. O no me han tumbado del todo, no sé.
      Mi miedo a la muerte, ya ves, es a no seguir sintiendo lo que mi cuerpo -y mi mente sobre todo- me proporcionan.
      Saludos y bicos!

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