lunes, 3 de febrero de 2014

¿Qué me pasa? (I)

A ver, siéntese en la camilla. ¿Qué le sucede?
No sé, doctora, siento una opresión en el pecho.
Ajá, indíqueme dónde.
Aquí.
Ya. A ver, ábrase la camisa, por favor.
Sus manos tiemblan, le cuesta pasar los botones por los estrechos ojales, qué estrechos, parecen que los han estrechado esa misma mañana.
Ella espera, paciente.
Ausculta. Él tiembla al contacto del fonendoscopio.
Lo siento -dice ella, y calienta entre sus manos el metal.
Pumpumpumpumpumpum pum pum pum pum pum pum
¿Es usted hipertenso?
Se revuelve en la camilla.
No... sólo tenso.
Ella no dice nada.
¿Y siente algo más?
¿Cómo? -se sonroja.
¿Algún otro síntoma?
A veces me río solo. A veces siento que floto.
Ella  levanta la mirada y lo taladra.
¿Y cuándo sucede eso?
Por las mañanas -vaciló-. A veces por las tardes. Y últimamente cuando me acuesto. La cama flota, me elevo.
Déme su mano.
¿Cómo?
El pulso.
Ya-. Él alza el brazo y le acerca la mano como si le pesase una tonelada.
Le coloca el tensiómetro. Sus dedos están frescos. No tiene manos calientes, la doctora.
Fiiiiruuruurururu
Alta.
¿Qué tengo?
No se preocupe, nada raro.
¿No? ¿Y grave?
Menos aún. Le voy a recetar unas píldoras que le aliviarán.
¿Aliviar? Dirá curarán.
Bueno, la farmacopea sólo es paliativa, en este caso.
Pero, ¿qué tengo, doctora? ¿Cuál es mi dolencia? 
Ambiendam et mysterium mulier exacerbated per distant. 
Él puso cara de honda preocupación. ¿Y eso qué es?
En cristiano: Intriguitis agudam por hembra distante y misteriosa. Se le pasará en cuanto apparet aliam mulierem in vita sua. 
No la entiendo, doctora.
Ella se impacientó.
Enamórese, hombre, enamórese y no necesitará pastillas ni pensará en camas que flotan.
Salió de la consulta, no sabía si alegre o confuso.
La medicina pública estaba fatal. Al final, ni receta le hizo la doctora.
Tendría que volver otro día. A ver si esta vez su tensión era la normal, y no esa locura desaforada.
   (Esta historia continúa aquí y la tercera parte en acá. El epílogo puedes leerlo aquí)
Esta serie fue escrita para J. F., deseando su curación.
Uol




10 comentarios:

  1. En un principio que creí que se había fumado un petardo :) Menos mal que no es tan grave!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Fumar un canuto? Ay, Amowhor, que es más fácil fumarse un porro que enamorarse... ¿No ves la cantidad de drogatas que hay?

      Veremos qué pasa en la parte II.

      Eliminar
  2. Respuestas
    1. O no. Ya veremos.

      ¡Estos médicos...! Te recetan amor como si tal cosa...

      Eliminar
  3. A cousa promete. Esta doutora sabe latín...

    ResponderEliminar
  4. Enamorarse? Es homeópata esta doctora. Sus síntomas más bien parecen causados por un amor ignorado.
    ¿No sería más rápido y efectivo un coito para dejarlo pegado a la cama toda la noche?

    ¿La enfermera estaba también en la consulta? Claro! Cómo no iba a estar tenso... y en máxima tensión, je je je

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La intriguitis puede que se pase con el coito, pero se ve que el hombre tenso no lo tiene claro o aún no sabe de quién se trata o no tiene a mano con quien...
      Veremos en qué acaba...

      Eliminar
  5. enamorarse es algo horroroso, sentir ese desasosiego todo el día, oir unas palabras del amado y que el corazón se te dispare y ya por no hablar de los celos.......

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí que lo pintas horroroso, sí...

      Pero, por suerte, los síntomas a veces son placenteros... mariposas, levedad, calores, lujuria, expectación, emoción, satisfacción...
      Veremos qué le pasa a este hombre...

      Eliminar

Tu opinión me interesa. Es tuya.