miércoles, 3 de octubre de 2012

Vendimia


 La vio por primera vez portando una cacerola enorme de porcelana roja a la cabeza. Bajo el rodete de trapo, mechones castaños se escapaban del pañuelo claro con que ocultaba los cabellos. Pelitos húmedos que se adherían a la nuca esbelta. Iba de camino a la bodega donde comerían todos juntos. En la colosal tartera los conejos, guisados con mimo, dejaban un rastro de olor que despertó los estómagos agradecidos. A él se le despertó otro instinto. Caminaba oscilando las caderas con cadencia natural por medio del viñedo, sonriente y cercana.

   Le ayudó a depositar la olla sobre la mesa y fue cuando sus ojos se cruzaron por primera vez. Ojos castaños de esclerótica límpida.

  Ella se había fijado en él la tarde anterior, cuando cargaba al hombro los cestones llenos de uvas que las mujerucas habían cortado y los vaciaba sobre el carro protegido con la tela encerada. Más tarde volvió a verlo en el lagar, cuando sudoroso descargaba uno de los carros en la prensa. Era fuerte y moreno. Serio, ceñudo. Su tía descubrió la trayectoria de su mirada y le susurró ni se te ocurra, se irá al acabar la temporada.

   Ahora él la observaba. Cuando le agradeció la ayuda, él sonrió y su rostro olvidó el gesto adusto que hasta entonces no abandonara. 

  Este conejo huele de maravilla. ¿Es tuyo?
  ¿Cómo?
  Si lo has cocinado tú. 
Mi tía. Yo sólo he ayudado un poco preparando los condimentos.


Vendimia, 1919


   Por la tarde el trabajo fue arduo y sin descanso y, a pesar de ello, las mujeres no cesaron en sus cánticos de labranza ni los hombres en sus coplas pícaras.

Él se lavó en el lavadero y ella se humedeció toda cuando descubrió desde la ventana el torso desnudo y velludo del hombre, fibroso y recio.

Tras la cena los acarreadores bebían aguardiente y las mujeres lavaron los platos de loza blanca. Los que tenían vivienda se fueron marchando; los venidos de fuera a jornal se acomodaron en el pajar y en el chabolo de los aperos de labranza. Él se ofreció a vigilar el lagar, repleto de uva recolectada.

Sus miradas se enredaron de nuevo cuando él partió hacia la bodega. Su tía le susurró de nuevo no lo hagas, se irá un día de buena mañana. Pero ya era tarde: ella se había quedado anclada en su pecho moreno y en su mirada.

La puerta estaba entornada. La esperaba.

− ¿Tan seguro estabas?
− Lo anhelaba. Lo soñaba.

Ella se descalzó las alpargatas y recogió sus faldas. Se subió a la tinilla llena de uvas tintas y se dispuso a pisarlas. Al instante el zumo oscuro impregnó sus plantas, sus talones y tobillos. Tomó un racimo entre sus manos y lo mordió dejando que el mosto resbalase por la comisura de sus labios. Él tenía la mirada encendida y la polla erguida. Se acercó a ella y deslizó sus grandes manos corvas arriba, alcanzando la cara interna de las rodillas, que temblaron un segundo. Ella seguía pisando las uvas y el mosto empezaba a encharcar la tina. El forastero siguió ascendiendo en sus caricias y alcanzó la entrepierna de la mujer, que detuvo sus pisadas.


    
      Pegó la cara a su vientre y sintió su calor. Le alzó la falda y acercó su boca. Ella le asió la cabeza, incapaz de no agitarse ante esa presión tan bien aplicada.

La tomó en brazos y la bajó de la tina. Ella rodeó con sus piernas las caderas del hombre y lo mordió en el cuello. Ambos jadeaban en el silencio de la noche, contenidos y ardientes, como si fueran a arrebatarles el aire.

Aún con ella en brazos la besó, y hasta su nariz llegó su aroma de manzanas. La sentó en la piedra de la prensa y ella apoyó la espalda en el huso. La desnudó con premura y lamió y mordisqueó sus pechos blancos y tibios como leche caliente. La moza tuvo que sujetarse y echó las manos a las palancas de las cuñas. Se sentía arrebatada, la mirada obnubilada, el coño candente. También él se arrancó las ropas. Y su cuerpo moreno, velludo, potente, le pareció a ella el de un Vulcano arrollador en fragua incandescente.

Acarició él sus clavículas, perfectas bajo el cuello delicado, y se apretó contra su vientre. Ella gimió y contoneó la cadera, queriendo hacer sitio a aquel pene soberbio, que pareció olfatearla, pues buscaba por si mismo la entrada a la gruta húmeda que alivie su ardor. Finalmente, sin resuello ya y ante la mirada implorante, le alzó las piernas y aunque sentada en la piedra, asió sus nalgas redondas y carnales y penetró en ella. La moza ahogó un grito. Él resoplaba bruto, enfebrecido. Ella se sujetó a él, las embestidas la dejaban indefensa. En desequilibrio, el hombre la desplazó al suelo de tierra, y allí, entre barriles y barricas, cestas de uvas dulzonas y calderos, se consumió el fuego.

Después compartieron bocados de uvas. En sus pechos, él. Como una joya en su ombligo, ella.

Doce noches el lagar fue su tálamo, su cielo.

Una mañana él hizo su hatillo. Al jornal marchaba, buscando otros dueños.

Desde la pequeña ventana, los ojos empañados, ella lo observaba. Al cruzar el patio, él se giró y la saludó con la mano. 


No volverá, le dijo su tía.

¡Tú qué sabrás!, pensó ella, tú no sabes que en la bodega a mi amor le colgué en la polla un racimo de uvas negras que me comí grano a grano hasta dejar sólo el raspón.



Uol Free
 


Música: O trebón, de Luar na Lubre.

17 comentarios:

  1. Eso es lo que yo llamo un relato sensual y apasionado.
    La excitación que provoca amarse en lugares poco habituales es maravillosa.
    Muy buena música !
    Besos.

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    1. Cualquier sitio es bueno para dar rienda suelta a la pasión.
      Gracias, Trex.
      Te he copiado descaradamente la idea de insertar música para ambientar el relato!!
      Me alegra que le haya gustado a un experto como tú.
      Besos

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  2. Mmmmhhhh, es tiempo de vendimia, retozar en el suelo de tierra, el mosto rebosando por las comisuras, compartir bocados de uvas...

    Gracias por esta maravilla de cuento. Nadie lo hubiera escrito mejor.

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    1. Siempre tan generoso, Vlixes!
      Para mí estos relatos son nocturnos, pero tú los lees de buena mañana. ¿Te calientan el día? ¿Se afronta la jornada con mejor ánimo? Je je
      Besos

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  3. Es de lo mejor de lo mejor que he leído en mucho tiempo. Propondré tu entrada como la mejor de octubre, en un blog que...bueno, ya te contaré que ahora no puedo.

    Aparte de maravillarme por lo bien que redactas y excitarme por lo bien que excitas, se me quedan dos conclusiones en la mente: la mala, o al menos no tan buena, es que la pobre no sabe que mamarle muy bien la polla a un tío no es garantía de que vuelva. Lo sé.
    La buena es que si fueron doce noches, qué más da? Hay quien en doce años no llega a doce noches maravillosas.
    Me ha gustado mucho, mucho, mucho

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  4. Uol,quien copia a un copión, tiene cien años de perdón !!!
    Jajajaja !!
    La música siempre acompaña bien.
    Y no te creas mucho lo de "experto" :)
    Besos.

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  5. Belkis, lo primero déjame que suelte una sonora carcajada ja ja ja. Sí, la pobre ha dado todo lo mejor de sí y cree que eso será suficiente para que él regrese. Los jornaleros son los marineros de tierra. Dicen que tienen un amor en cada parte, pero...¿quién sabe? Nadie puede afirmar que ella no se haya quedado impregnada en su piel,y entonces le entre la morriña de la aldeana y retorne a ese lugar perdido.Todo puede suceder.

    En segundo lugar... me has dejado abrumada por tus generosísimas palabras. No sé qué decir. Me siento muy bien tratada por ti y por los que aquí suelen comentar mis relatos. Gracias a todos. Mi única aspiración es disfrutar y hacer disfrutar.

    De todos modos, octubre acaba de empezar ja ja ja; quizás a final de mes otro relato de algún otro blogger que sigas acabe desbancando a Mi vendimia. No me ofenderé ja ja ja

    Muchas gracias por todo.
    Besos.

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  6. ¡Qué generoso, T.REX!
    La verdad es que hace tiempo que tenía la idea en mente, pero no sabía solventar la parte, digamos, técnica. Fue ver cómo lo hacías tú en tu blog y saber que eso era exactamente lo que yo quería hacer, porque no siempre me interesaba que incluyera las imágenes de un video musical.

    Como me daba corte preguntarte, lo hice en un blog llamado Oloblogger.com y Oloman me lo solucionó en un periquete. Así que, cuando las tripas me lo pidan, pondré música, que cada uno escuchará o no.
    Gracias.

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  7. La vendimia, el lagar, el desenfreno de los que se van a separar ...todo muy sugerente. Preciosa música.

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  8. Sí, claro que me calientan y alegran el día, y su recuerdo me acompaña hasta la noche... o la siesta

    Sin tu permiso he enviado y dedicado tu "vendimia" a alguien (en privado).

    Y le ha gustado, mucho.

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  9. Isthar,la música es de Luar na Lubre, de su disco Cabo do mundo.
    Bss


    Vlixes,la siesta es mi momento favorito para el esparcimiento je je je.

    Me alegra saber que a tu interesada le ha gustado. Imagino que habrá entonces más sesiones de masaje y un buen vino ¿eh? ayyyyyyyy (estoy de color verde)
    Bsss

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  10. Querida Uol, estás nominada!:

    http://palabradesedano.blogspot.com.es/2012/10/propuestas-la-mejor-entrada-de-octubre_12.html?utm_source=feedburner&utm_medium=feed&utm_campaign=Feed:+PalabraDeSedano+(PALABRA+DE+SEDANO)

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    1. Gracias, Belkis! Qué emoción estar nominada a algo bueno! Ja ja ja.
      Y hay premio?Ja ja ja.
      Muchos besos, uvita.

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  11. Gran post, erótico y muy sensual. Gracias a Belkis tu entrada participa en el juego 'La mejor entrada' de mi blog. Eres bienvenida y te invito a participar.
    Besos.

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    1. Belkis es muy generosa conmigo, Javi. Gracias por aceptar mi relato.
      Me pasaré por tu blog en cuanto pueda, estoy de puente.
      Saludos.

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  12. Yo me he criado en tierra de viñedos. Me ha encantado el relato.
    Para mí cualquier momento del día es bueno para un relato erótico pero coincido contigo Uol en la hora de la siesta como el favorito para el espcimiento!! :-D
    Saludos.

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    1. Me satisface que te haya gustado el relato.
      La siesta es maravillosa para "perder" tiempo en compañía bajo las mantas ja ja ja
      Me pasaré por tu blog.
      Saludos!

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