domingo, 19 de agosto de 2012

El vikingo

       Aparecieron entre la bruma, las Torres del Oeste, modestas pero resistentes, otros ya habían intentado asaltarlas. El alba se demoraba, de momento, pero pronto la vida despertaría en la aldea y descubriría con horror la cercanía de las naves enemigas. 

Ulf se asomó a la proa del drakkar y la excitación de la próxima batalla le recorrió las venas. Llevaba muchos días ansiando llegar a aquellas tierras de las que se hablaba, deseando hacer fama y fortuna en ellas, y desde el mar le parecieron tan verdes y brumosas que le recordaron a Jutlandia en primavera. Los remeros dejaron al viento remontar las últimas millas para que el sonido de las palas no alertase a los vigías apostados en las torres. Desde que embocaron el Ulla,  adentrándose en la ría, entrevieron en la oscuridad pequeñas aldeas que dormían ignorando que el lobo y el diablo pasaban a su lado, ansiosos de sangre, botín y fuego. Es cierto que en tiempos traficaron con pieles de focas y dientes de morsa, pero ahora su misión es otra. Esclavos era la mercancía que buscaban. Y estaba claro que los reyezuelos cristianos no iban a donárselos. 

Las Torres están ya muy cerca cuando se escuchan tañidos de campanas y el ulular de cuernos que avisan del peligro. Los han descubierto, pero ya es tarde para aquellos desgraciados. Ulf aprieta fuerte el puño sobre la corta espada y lanza un rugido que hiela el corazón de los que todavía duermen en sus jergones. 

Vikingo

Los gritos y alaridos la despiertan. Algo terrible sucede, suenan campanas y no cesa el bronco sonido de los cuernos de guerra. Asoma la cabeza a la puerta de la casucha y ve al pie de la colina, junto a la Torre, no menos de una docena de barcos desconocidos de los que desembarcan unos monstruos vociferantes. Es entonces cuando comprende las palabras que se escuchan de casa en casa: ¡Piratas, vikingos! Un estremecimiento de terror le recorre el cuerpo. Ha escuchado a los ancianos hablar demasiadas veces de la crueldad de esos diablos. Huye al bosque. 

Desembarco vikingo de Catoira (Pontevedra), Galicia, España.



 Desembarco vikingo de Catoira (Pontevedra), Galicia.  


Torres del Oeste, Catoira (Pontevedra), Galicia, España.


Torres del Oeste, Catoira (Pontevedra), Galicia, España.


Desembarco vikingo de Catoira (Pontevedra), Galicia, España.

La batalla ha sido cruenta. ¡Quién iba a decir que aquellos desharrapados fueran tan arrojados y valerosos! Pocos hombres adultos han quedado indemnes y útiles para el trabajo. Pero ahora que la fortaleza ha sido vencida, será sencillo reclutar hordas de esclavos en las aldeas limítrofes. Ha visto a mujeres y niños esconderse en el bosque cercano; quizá también algunos jóvenes. Tendrá que hacer una batida, aunque sabe que es inevitable que la alarma corra de aldea en aldea veloz como el trueno de Thor. La sangre tiñe sus brazos e imagina que también su cara. 

Desembarco vikingo en Catoira (Pontevedra), Galicia, España

La descubre escondida tras un carballo. ¡Por el Martillo de Thor, la muchacha es pelirroja y muy blanca! Está aterrorizada y por Odín y Jörð que tiene motivos para estarlo. Ulf se acerca gigante, armado y cubierto de sangre. Le hace un gesto con la mano para que se acerque, pero ella lanza un grito y huye espantada. La atrapa y la alza en volandas. Él es un gigante y ella pequeña y delgada. La lucha es breve de tan desproporcionada. La muerde en la boca, en la oreja, en el cuello. Ella gime, aún asustada. Él sabe al vino de los toneles que había en la plaza. La abraza, le abre el justillo y lame sus tetas blancas. Ella se eriza y se amarra a él con las piernas para no caerse. El vikingo cata sus nalgas bajo la burda saya. Ella abre mucho los ojos y los clava en los de Ulf, que lanza una risotada. La tumba sobre los helechos, que hacen de cama. Bebe, le dice, y obligándola a abrir la boca vierte en ella un chorro de vino oscuro que contiene el pequeño odre que robó en la posada. Ella se atraganta y protesta, y parte del vino rebosa de su boca que el vikingo rebaña con la lengua por su cuello y sus tetas de pezones rosados. Le lame el ombligo, que le hace de taza, y bebe más vino del pellejo de cuero y parte se lo traspasa a ella en la boca, y esta vez no lo rechaza. El guerrero aúlla y se aprieta contra la paisana, quien le tira del largo cabello mientras farfulla algo ya agitada. Le levanta del todo las faldas y le baja el calzón. Ella se ríe de pronto, es una risa histérica, pero Ulf no se amilana. Con los brazos la atenaza y con la lengua la perfora, le lame el coño, la pone loca y trastornada. Está colorada. Gime y se agita, pero el vikingo no la suelta y sigue con la lamida pagana. Ella se arquea, ya desatada. Entonces él la suelta y se afloja el calzón bajo la túnica ensangrentada. Entra en ella con brusquedad y la moza grita. La besa y ella no aparta la cara. El vikingo la sujeta fuerte y ella enlaza las piernas en su espalda. Y así, acompasados, él entra en ella y sale y vuelve a entrar, y entra y sale hasta que estalla. El alarido es aterrador, como el que emitió al desembarcar en la playa. Después se deja caer sobre ella, que está arrebolada. 

Al poco, él la mira, besa suavemente su boca y le dice: 

− ¿De qué es la empanada? 

− Hay una de zamburiñas y otra de bacalao con pasas. 

− Pues vamos, que ésos nos las zampan y no nos dejan nada.

Uol Free

Magníficas fotos del desembarco 2013 del blog "Un paseo, una foto" clickando en aquí




14 comentarios:

  1. ¿Donde dices que hay que apuntarse para hacer de vikingo?

    ¿La pelirroja la pone la organización o hay que llevarla?

    En la segunda opción, bórrame.

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    1. Coño, Guille, no hay quien se aclare contigo ja ja ja ¿No eres un cazador? ¡Que se note,joder, que se note!

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    2. ¿Donde he dicho yo que soy cazador?

      Entiendo que la organización ni pone a la pelirroja ni na.

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    3. Te gusta la carne, pero que otro te la ponga en el plato, ¿no?
      El vikingo se busca a su pelirroja.
      Haz tú lo propio :P

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    4. Es que soy muy generoso.

      Soy generoso y dejo que el otro se lleve la fama de cazador.

      Soy generoso y me como lo que caza para demostrarle como valoro su trabajo.

      Es que las pelirrojas no se dejan... bue, ni las morenas ni la rubias (añadiría que ni las calvas).

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    5. ¿Pretendes enternecerme?
      Más sabe el diablo por diablo que por viejo.
      ¿Dejarse? ¡Seduce!

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  2. Como descendiente de vikingo, protesto por el hecho que no se haya incluido nada con nata en el menú.

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    1. Nada de natas agrias. Los vikingos se endulzaron en esas tierras. Pero ahora no es temporada de fresas. Y tú ya vas sobrado de dulce por este fin de semansa.
      PD: las empanadas las hizo la suegra, como para protestar!

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  3. No me deja responder donde correspondería.

    ¡Ah! ¿Te enterneces?

    Es que yo tengo poco de diablo y mucho de viejo.

    Lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible. Soy de esa vieja escuela en la que si le dicen por este camino no, lo entiendo como que no, nunca como he dicho no pero quería decir si.
    Siempre pienso que si no se dejan es porque no quieren.

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  4. Qué rica siempre la empanada. Me encanta cómo lo cuentas.

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  5. Me encanta esta fiesta, que presencié solo una vez desde el puente. Pal año con disfraz y machete.

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  6. Susana, en las fiestas hay que camuflarse entre la fauna local je je

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